Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 14 de junio de 2025


Los falaces argumentos se aglomeraban. ¡Conjuraría, ante todo, el hechizo de la sarracena y sería después el fuerte, el único, el caballero de Dios, el lleno de poder y de gloria!... Comenzó las oraciones y los ayunos. Llegado el momento de la confesión, Ramiro pidiole al espadero que le indicase algún sacerdote de preclaro entendimiento.

Su barba es limpia y blanca como la plata, y su rostro es bellido como la luna en su catorceno día. Nunca ríe, camina despacio. Al dejar caer aquellas alabanzas, una a una, como perlas sobre sonoro azafate, la sarracena observó de soslayo el semblante del mancebo.

En una ocasión de aquéllas, al sentir en su pecho la respiración soñolienta de la mujer, díjola con melancólica dulzura: Y pensar, Aixa, que vendrá, tal vez, un día en que al encontrarnos por alguna calleja nos miraremos con odio. Será o no será respondió la sarracena. Los destinos van colgados de nuestro cuello.

Puso en ella una imágen de Nuestra Señora, pintada al parecer sobre fondo dorado y menudamente labrado que le ciertos visos de verdadera antigualla. Apenas hay ciudad importante donde no se venere alguna de estas imágenes, que la tradicion supone reliquias de la España visigoda, milagrosamente salvadas durante la dominacion sarracena y restituidas con la reconquista á la pública devocion.

Aquella ventana donde se asomaba segun nos refiere el mismo santo la venerable abadesa Isabel en el monasterio Tabanense para avisar la llegada de nuevos huéspedes ó peregrinos, podria ser quizás un ajimez con su esbelta columnilla de jaspe y sus dos arcos á la manera sarracena, puesto que consta por las muchas reminiscencias arábigas con que los religiosos prófugos de Córdoba matizaron y embellecieron la severa arquitectura de Asturias y Leon, que no repugnaban los ejemplares monges mozárabes, racionales en todo, las novedades que con ventaja para el arte y sin significacion alguna moral habian introducido sus dominadores.

Estaba dispuesto a desagraviar a Dios mediante cualquier heroísmo, por arduo que fuese. Había encontrado en mucho libro de religión ejemplos de grandes pecadores que redimieron su vida abominable con un solo instante de profundo arrepentimiento. Se desceparía del pecho aquel amor de la sarracena y jugaría su vida en algún golpe inaudito de audacia.

Vivía en un caserón señorial, último resto de una fortaleza sarracena, restaurada y transformada por sus abuelos.

Ya el cuerpo de la sarracena le dejaba en el sentido un olor imaginario de untura brujeril y de husmo. Con qué goce tan grande comenzó a experimentar los primeros impulsos de desapego. Rabiosa fruición de tortura se mezclaba ahora a todas sus caricias.

Además, el semblante de aquella mujer, su palidez, su mirada, su estremecimiento, revelaban que el éxtasis comenzaba a inundarla el corazón. Terminada la lectura, la sarracena se puso en pie y encaminose lentamente a coger otro manto.

Baja ahora recto al sur, y en cuanto cruces el rio Cabra verás alzarse á tu frente, formidable todavía aunque desmantelado, el castillo árabe de Aguilar sobre el cimiento de la antigua fortaleza romana de Ipagro, y en la cumbre de una de las cuatro colinas por las cuales se dilataba la villa sarracena de Poley.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando