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Actualizado: 29 de mayo de 2025
El Rey se presenta disfrazado, siguiendo una escena admirable, en que se hacen resaltar los caracteres de ambos personajes de la manera más gráfica. Don Pedro es testigo de la arrogancia licenciosa de Don Tello, de la falta de respeto con que habla del Rey, y de los crueles sarcasmos, con que trata á la engañada Leonor. Sin embargo, reprime su cólera, y se despide sin darse á conocer.
Entonces la mentira que había dicho a su marido convirtiose en realidad. Antes de verle sin dinero en el bolsillo se arriesgó heroicamente a pedírselo a su madre. Fue una escena baja, sórdida, repugnante. Carlota sufrió con valor los sarcasmos de su madre y venció a fuerza de paciencia y tenacidad sus repetidas negativas.
Y la palabra «¡líquido!» aplicada a cuanto creía falso o insignificante por no usar otra más irreverente que comenzaba por la misma letra tomaba en sus labios una expresión rotunda de desprecio. «Lo de Adán y Eva» era para él motivo de sarcasmos.
Pero como se contestase a sus enérgicas protestas con risitas v sarcasmos, concluyó por adoptar una actitud digna v despreciativa, mascullando palabras cargadas de hiel, los labios trémulos, la mirada torva. De vez en cuando dejaba escapar por la nariz un leve bufido de indignación.
La llamada República de las Letras es un estado conservador y misógeno, que se subleva instintivamente ante toda novedad y la repele con sarcasmos que cree aristocráticos. Cuando se inventó la imprenta, una gran parte de los literatos de entonces también la consideraron como algo populachero y ordinario, que nunca podría gustar á los espíritus escogidos.
Una vez así crucificado le soltaron el botón de los calzones, que cayeron á los pies, sirviéndole de grillos. Y riendo de la gracia y dirigiéndole groseros sarcasmos, siguieron hacia Lorío, dejándole en medio del camino en tal triste y bochornosa disposición. Era punto menos que imposible caminar de aquel modo.
Más honda y corrosivamente ha influido esta literatura que todos los sarcasmos y verduras de otras épocas.
Hay momentos en que, aun a su lado, me ocurren pensamientos malos, desconfianzas y duros sarcasmos. Y la culpa es de Elena.
Y fué allí, entre románticas melenas y retóricos madrigales, en la exaltación de la nueva escuela revolucionaria y las violentas aspiraciones de libertad, expresadas en odas y octavas reales, donde el bardo que elogió a la atormentadora Teresa tuvo el mal acierto de lanzar sus sarcasmos byronianos contra la rigidez de escuela o las virtudes militares del conde de Cheste.
Palabra del Dia
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