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Miss Percival se hablaba a misma: ¿Qué hacer? ¿qué decidir? ¿deberé casarme con ese joven que está enfrente y me mira?... pues es a a quien mira... Dentro de un momento, en el entreacto, vendrá y no tendría más que decirle: «¡Está bien! he aquí mi mano... Seré vuestra esposa.» ¡Y así lo haría! ¡Princesa, yo sería Princesa, Princesa Romanelli! ¡Princesa Bettina! ¡Bettina Romanelli!

Adivinad... El Príncipe Romanelli... ¡Y va uno! ¿El otro?... M. de Montessan... ¡Y van dos! Eso es; , esos dos serían aceptables, pero nada, nada más que aceptables, y eso no basta. Por eso Bettina esperaba con impaciencia el día de la partida y la instalación en Longueval. Sentíase fatigada de tantos placeres, de tantos triunfos, de tantos pedidos matrimoniales.

Pero también os ha dicho que quizá sería para un casamiento demasiado tranquilo, muy poco brillante. ¡Oh, qué mala hermana! ¡Queréis creer, Richard, que no consigo quitarle ese temor; no comprende que ante todo quiero amar y ser amada! ¡Creeréis, Richard, que la semana pasada me tendió un lazo horrible! ¿Sabéis que en el mundo existe un príncipe Romanelli? , y habríais podido ser Princesa.

Creo que no hubiera encontrado inmensas dificultades. Pues bien, un día cometí la imprudencia de decir a Zuzie que el príncipe Romanelli, en último caso, me parecía aceptable. ¿No os imagináis lo que hizo? Los Turner estaban en Trouville; y con ayuda de ellos tramó el complot. Me hicieron almorzar con el Príncipe... mas el resultado fue desastroso. ¡Aceptable!

Berulle me dijo veinticinco millones... y Berulle está muy al corriente de las cosas de América. ¡Veinticinco millones! ¡Un buen bocado para Romanelli! ¡Cómo! ¿Romanelli? Se corre que se casa con ella, que ya está decidido el matrimonio. Matrimonio decidido, sea; pero con Montessan, no con Romanelli... ¡Ah, al fin principia el baile! Cesaron de hablar.

Queda bien, suena muy bien al oído: «La señora Princesa está servida. ¿La señora Princesa montará a caballo hoy?...» ¿Me divertiría siendo Princesa? y no... Entre todos los jóvenes que desde hace un año en París corren tras mi fortuna, este Príncipe Romanelli es hasta ahora lo mejor... Preciso será, que uno de estos días me decida a casarme... Creo que me ama... , ¿pero acaso lo amo?