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Actualizado: 29 de octubre de 2025
Salvador la pulsó, acariciándola como a un ángel o como a un niño, blanda y dulcemente. La fiebrecilla que, al atardecer, la enardecía, había remitido en el bienhechor reposo de aquellas últimas horas, y al esconder los ojos a la sombra ideal de las pestañas, el buen sueño reparador la besó en los párpados, hasta que, vigilada de cerca por el amor, se quedó dormida.
Su uso en semejante caso, es seguido de un sudor que alivia y que es con frecuencia el precursor de un sueño reparador; sudor bien diferente del que se ha observado en algunos envenenamientos por el acónito, y que es debido, mas que á su accion armonizadora, á los esfuerzos eliminadores de la economía.
El aire libre y el movimiento alivian los padecimientos; hay rigidez y temblor de las estremidades, debilidad general, temblor de todo el cuerpo, el menor movimiento hace transpirar; el moral presenta el carácter de aburrimiento, de tristeza, de error de los sentidos y de escitacion; el sueño no es reparador.
Dulce y reparador después del trabajo; consolador y benéfico cuando el dolor hinca en nuestro pecho sus garras de milano; rico en imágenes y fantasías cuando está con nosotros la esperanza, suele ser esquivo, desdeñoso, cruel, si cuando la felicidad nos sonríe le pedimos, para completar nuestra dicha, un ramo de su corona de adormideras. El sueño tardó mucho en venir.
El tipo de la accion benéfica del acónito es la fiebre inflamatoria: este medicamento la modifica prontamente por una reaccion seguida de sudor, de calma y de un sueño reparador. Jamás se verá el médico obligado á elevar la dósis mas allá de 10 ó 12 gotas de la tintura en 6 onzas de agua para todo el dia.
Durante las primeras horas de la alta noche, Nieves se despertó muchas veces: aun dormida oía aquel borboteo de la mar relatando el suceso a todo el mundo y reclamando la presa que le habían arrebatado de las fauces; pero estaba en la flor de la vida, a la edad en que las heridas no ahondan tanto como duelen; su quebranto físico era grande, porque el batallar del día había sido de prueba; y al cabo, la rindió un sueño reparador y tranquilo del que no despertó hasta bien entrada la mañana.
Así que, la ciencia pudo decir á todos: «Acudid, pueblos, acudid, agobiados trabajadores, acudid, jóvenes mujeres de fuerzas agotadas, criaturas castigadas con los vicios de vuestros padres; acércate, macilenta humanidad, y díme francamente, á presencia del mar, lo que necesitas para reanimarte. Ese principio reparador, sea cual fuere, el mar lo posee.»
Palabra del Dia
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