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Actualizado: 24 de junio de 2025


Tanto la organización de las galleras como las reglas y prescripciones del juego, están consignados en un reglamento á que se sujetan sin comentarios los tahúres como allí llaman á los más asiduos y empedernidos concurrentes á aquellos sangrientos gallicidios.

La incumbencia de aclarar, purificar, explicar, corregir, y, por decirlo de una vez, de mantener y perficionar las lenguas particulares, es de los Gramáticos, cuyo oficio es conocer y explicar el uso comun de cada lengua: á la Lógica le pertenece dar reglas sobre la lengua universal, á la qual deben estar subordinadas las particulares.

Juan del Castillo pintó multitud de cuadros en su juventud, la mayoría de los cuales se han perdido hoy, y que le atrajeron general estimación, pues apartándose de las reglas que su maestro le indicara, dió un gran paso para destacar su personalidad.

Sin embargo, ni el romanticismo de Schlegel, ni el de Schack, es el absurdo y monstruoso que reinó después en Francia, y que pasó á nuestra España, esto es, una violación perpetua de todas las reglas del buen gusto, una monomanía continua de romper todo freno y toda valla y traspasar todos los límites razonables, un delirium tremens, cuyo único fin es el culto á lo inverosímil, á lo extravagante y á lo patibulario.

Dentro de estos, que podríamos llamar «antojos ó caprichos de la opinión», hay reglas constantes: el público, v. gr., de los sábados y domingos, «es malo»; el de las tardes, «bueno», y más accesible que ningún otro á la emoción de la risa; el público de los estrenos es el más descontentadizo, pero también el más respetuoso y atento.

Y luego siguió con el misereatur vestri; hecho que se hará dudoso á cuantos no estuvieron presentes, pero así es, y así sucedió. Instaban despues los indios, para que se les declarase por el Justicia Mayor las reglas que debian observar en adelante: preguntaban si las tierras de los españoles serian todas pertenecientes al comun de los indios: se les respondia que .

Regla tercera: Qualquiera cosa no solo ha de ser posible, y ha de proponerse como exîstente, sino que su existencia con las circunstancias con que se presenta, ha de ser verosimil. Quando el hombre ve la verdad con evidencia, ó con certidumbre, no necesita de reglas para asentir á ella; pero quando no puede lograr la certidumbre, ni la evidencia, desea á lo menos la verosimilitud.

Ente tanto, la visión, a mi modo, de la casa de Tablanca, con sus montes y sus fieras y sus gentes y su desolación inverniza, no se apartaba un instante de mis ojos, porque las súplicas de mi tío, cada vez más vivas, llegaron a tocarme muy adentro; y por lo que pudiera suceder, sentía la necesidad de poner el caso en tela de juicio, que vale tanto, según las reglas de la experiencia, como empezar a transigir.

La utilidad del cobre, en particular del acetato, es innegable en la supresion del sudor de los piés, así como en la de las reglas, si se desenvuelven espasmos histéricos, diarreas violentas ó asma espasmódico: la indicacion del cobre es clara, si se trata de personas delgadas, irritables, con estremecimientos musculares en el reposo, é inquietud moral habitual.

Aunque se haya disputado con frecuencia acerca de la autenticidad de la liturgia más antigua llegada hasta nosotros, v. gr., la de Santiago, y la de las constituciones apostólicas, es indudable que deben mirarse como compilaciones de muchos usos de diversas iglesias muy antiguas, y en especial que la de las últimas se conocía en la Iglesia oriental en el siglo IV. En toda la forma externa del culto, tal como en ellas se halla constituído, y no obstante las modificaciones convertidas después en reglas para los tiempos posteriores, no puede menos de descubrirse su carácter dramático.

Palabra del Dia

rigoleto

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