Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de junio de 2025
Otros mostrábanse malhumorados y negaban rotundamente cuando se les suponía tal origen; pero él lo ostentaba con cierta satisfacción, como queriendo hacer de ello un título de gloria. Nada debo a nadie exclamaba al regañar a sus dependientes . A mí nadie me ha protegido. Los míos me dejaron como un perro en medio de esa plaza.
Se acuerda usted de mí para regañarme... ¡Se ha vuelto usted muy regañón, padre!... En otro tiempo era usted más cobarde, más suavecito; todo lo decía dando rodeos, de miedo de ofender a una... ¡Pero ahora! ¡Anda, anda, buenos rodeos te dé Dios!... Ya ha aprendido bien a regañar... Por supuesto añadió cambiando de tono y acercándose más a él que a mí me gusta más de esta manera.
Las examinó largo rato con atención. Después, pasándose la mano por la cara repetidas veces, respirando con agitación como si se sintiese inspirada y hablando en voz de falsete para mayor solemnidad y misterio, comenzó á decir: Este cuatro de copas que aquí ves primeramente no es para ti de buen agüero: significa que vas á regañar con tu amante, que será fuerte el enojo, y este rey de oros que le sigue dice que será á causa de un hombre moreno.
A la derecha, la muestra hereditaria del notario Hardoin, tercero de ese nombre... ¡Lo que él había jugado en el polvoriento despacho con los dependientes encaramados en sus altos asientos! Y qué risa la suya cuando el principal abría de repente la puerta de la oficina para regañar a los culpables y se detenía desarmado ante su ahijado instalado majestuosamente en su propio sillón...
Por allí, sin que lo supiese Adela tampoco, aunque sí lo sabía Pedro, andaban lentamente, con las dos niñas menores, Sol y doña Andrea: doña Andrea, que desde que el colegio le devolvió a su Sol y podía a su sabor recrear los ojos, con cierto pesar de verle el alma un poco blanda y perezosa, en aquella niña suya de «cutis tan trasparente decía ella como una nube que vi una vez, en París, en un medio punto de Murillo», andaba siempre hablando consigo en voz baja, como si rezase; y otras regañaba por todo, ella que no regañaba antes jamás, pues lo que quería en realidad, sin atreverse, era regañar a Sol, de quien se encendía en celos y en miedos, cada vez que oía preparativos de fiesta o de paseo, que por cierto no eran muchos, pero sobrados ya para que temiese con justicia doña Andrea por su tesoro.
Palabra del Dia
Otros Mirando