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Además, ¡con qué íntimo regocijo no decíamos a nuestras respectivas patronas al salir de casa: «Si alguien pregunta por , decirle que estoy en la redacción... ya sabe V... en la redacción!» Y la boca al proferir esta palabreja mágica se nos hacía almíbar, como cuentan que le acaecía a cierto santo cuando pronunciaba el nombre de María.

La equivocación no es extraña, porque son las dos obras muy semejantes: podría decirse que, en opiniones, en sentencias, en conceptos completos, son iguales, lo que se explica con poco favor de Barrientos, emigrado, dependiente y amigo de Antonio Pérez, y que probablemente tuvo á la vista el Norte de Príncipes al escribir El conocimiento de las naciones: así la justicia retributiva demanda que se reconozca á Antonio Pérez, no sólo la redacción del primero, sino también el espíritu, orden y forma del otro.

Fué tal el pánico de los pobres ingleses, que echaron á correr pegando gritos y no pararon hasta el tejado. Resumen: que tuvo que abandonar Bailón aquel acomodo, y después de rodar por ahí dando sablazos, fue á parar á la redacción de un periódico muy atrevidillo; como que su misión era echar chinitas de fuego á toda autoridad: á los curas, á los obispos y al mismo Papa.

Para cualquier otro mortal no lo dudo, ¡pero para un director!... Observa, Perico, que tienes contraídos con el público ciertos compromisos ineludibles. La redacción se componía de una sala y gabinete en un cuarto entresuelo de la calle del Baño. En un principio todo era redacción, mas paulatinamente y a la sordina, Mendoza se fue quedando solo en el gabinete.

Di, Homero: ¿qué has hecho de aquella muchacha tan simpática que llevabas del brazo?... ¿La encontraste en algún libro griego? ¿Era ática o beocia? Está en el hospital contestó Maltrana con los ojos llorosos. Su acento era tan triste, que impuso silencio a los alegres compañeros. Pasaba las noches en la redacción.

Lidia no había podido menos que escribir, y la pobre chica, trastornada, lloraba todo su amor en la redacción. ¡Ah! ¡Si pudiera verla algún día, decirle de qué modo la he querido, cuánto la quiero ahora, adorada del alma!

El primer fondo, que, sin saber lo que hacía, comenzó a leer, hablaba de la brevedad de la existencia y de los acendrados sentimientos católicos de la redacción. «¿Qué eran los placeres de este mundo? ¿Qué la gloria, la riqueza, el amor?». En opinión del articulista, nada; palabras, palabras, palabras, como había dicho Shakespeare. Sólo la virtud era cosa sólida.

aquí porque huyo siempre de las noticias y descripciones anticipadas, quiero recibirlas por mismo. Apuntadas brevemente mis impresiones generales en los viajes, y recojidos mis extractos y notas, aunque en desordenada redaccion, terminamos este libro, sin pretensiones escrito.

Sin duda para satisfacer cada cual los deseos de algún amigo; compromisos personales que no se pueden eludir; y sin embargo, esta tolerancia produjo a la postre funestos resultados. El cuarto destinado a redacción y administración no era tan ámplio que consintiese la permanencia en él de tanta gente.

La hija de un cuñado de Maza, era la joven que se le prometía vagamente. Al fin, con sorpresa y estupefacción de la villa, traicionó a sus amigos y protectores. De la noche a la mañana dejó la redacción del Faro y pasó a escribir en El Joven Sarriense. No fué impunemente, sin-embargo.