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Los pescadores y molineros estaban admirados, mirando aquellas dos figuras tan fuera del uso, al parecer, de los otros hombres, y no acababan de entender a se encaminaban las razones y preguntas que don Quijote les decía; y, teniéndolos por locos, les dejaron y se recogieron a sus aceñas, y los pescadores a sus ranchos.

A ese ciudadano le voy a dejar cojo para toda su vida dijo el extranjero. Efectivamente, disparó y uno de los hombres cayó al suelo dando gritos. Buena puntería dijo Martín. No es mala contestó fríamente el extranjero. Los otros cinco hombres recogieron al herido y lo retiraron hacia un declive. Luego, cuatro de ellos, dirigidos por Luschía, dispararon al árbol de dónde había salido el tiro.

Allí las manos piadosas de las mujeres le rociaron la cara con agua fresca hasta volverle al sentido, oprimieron los tolondrones, tamaños como huevos, que tenía en la cabeza con monedas de cobre de dos cuartos y restañaron la sangre de sus arañazos con telarañas que recogieron en la iglesia.

Recogieron los ladrones las hermosas medallas, apoderáronse también de la plata labrada que hallaron a mano, y se retiraron de los Pazos a las seis, antes que anocheciese del todo. Algún labrador o jornalero les vio salir, pero ¿qué había de hacer? Eran veinte, bien armados con escopetas, pistolas y trabucos.

Cuando le recogieron estaba muerto. Los periódicos hablaron de él muy poco, porque entonces el affaire Dreyfus lo llenaba todo. Le Journal, al dar la noticia, añadía: «A su entierro no fué nadie.» ¡Nadie! ¡Oh, lectora!

Apeáronse todos; las damas pidieron un cuarto para arreglarse un poco; los caballeros tiraron cada cual por su lado; Tom Sickles y el prusiano recogieron el mail-coach y los caballos en una cochera próxima, para conducirlos a Madrid en el correo del día siguiente: faltaba para la llegada del tren una hora larga.

Los neófitos, entonces, ofendidos, dieron sobre ellos, disparándoles una tempestad de flechas, de que muchos quedaron muertos: irritados, los que pudieron, escaparon, y sólo se recogieron dieciséis de la chusma, que traídos á San Joseph, se redujeron á nuestra santa fe.