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Actualizado: 26 de mayo de 2025


iv La única visita que recibían era la de Feliciana y Olmedo. Ni una ni otro agradaban mucho a Maximiliano: ella por ser ordinaria y de sentimientos innobles, incapaz de apetecer la honradez como estado permanente; él por ser muy atropellado, muy hablador, muy amigo de contar cuentos sucios y de decir palabras indecentes.

Las mujeres, con los brazos y los ojos bajos, brincaban mucho menos y recibían la ruidosa y tosca adoración de su pareja dignamente y ruborizándose. Pero ¡quién se acordaba de ninguna de ellas teniendo á la vista la figura encantadora y risueña de la condesa de Trevia!

Sus ojos recibían igualmente una caricia del pasado al abarcar el espectáculo del puerto: vapores que humeaban, veleros con sus lonas tendidas al sol, baluartes de cajones de naranjas, pirámides de cebollas, murallas de sacos de arroz, compactas filas de barricas de vino panza contra panza.

Los balcones del café de la Estrella estaban ocupados por algunos parroquianos, que pasaban su errante mirada por los ámbitos de la plaza. En el balcón de la casa de enfrente, un niño de ojos azules y blonda y rizada cabellera se entretenía en arrojar con un canutillo pompas de jabón, que unos cuantos pilluelos desde abajo recibían con no poca algazara, deshaciéndolas con la gorra y el pañuelo.

Pero en esta edad en que tanto se habian remontado los delitos, i hasta aquellos que mas ofendian a la naturaleza, eran pocos los daños que recibian los españoles.

Después subía como desesperado gato por la cuerda de las campanas, y por la misma vía subían también los puñales terribles. Luego se lanzaba por el interior angosto y húmedo de las cañerías que recibían el agua de los tejados, y la turba se precipitaba también por el interior del tubo, haciendo un ruido semejante al del agua.

Transcurrían meses enteros sin que penetrasen en su despacho otras personas que algún corredor de confianza ó los principales empleados del escritorio, que recibían sus órdenes.

Cuando los muchachos que recibían el préstamo no se pegaban un tiro y sus padres se veían amenazados por la deshonra, el señor de Cupón transigía el asunto, viniendo siempre a quedaren sus garras el sesenta por ciento al año. Fue diputado de una mayoría conservadora, y contribuyó poderosamente a varias peregrinaciones católicas.

E aquellos que lo recibian, tenian cargo de lo vender á los de la hueste á un precio tasado, que ni bajaba ni subia mas. En esta negociacion, contado el precio que costaba el trigo é la cebada i el precio á como se vendia, i las costas que sobre ello se facian, se falló de pérdida en tiempo de seis meses, mas de cuarenta cuentos de maravedís.

Al abrir la puerta del rellano que correspondía á su alojamiento, vió en varias ocasiones la mampara verde de la oficina cerrándose detrás de muchos hombres, todos ellos de aspecto germánico: viajeros que venían á embarcarse en Nápoles con cierta precipitación, vecinos de la ciudad que recibían órdenes de la doctora. Esta se mostró más preocupada que de costumbre.

Palabra del Dia

hociquea

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