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Actualizado: 8 de mayo de 2025


A la mañana siguiente, antes de que aclarara del todo, Ramón fue, como de costumbre, a abrir la puerta de calle a los proveedores de la casa.

Alberto Valentín. Eleuterio Veranés. Luis Llanes Oliva. Francisco Martínez. Camilo Cuenca. Ramón Suárez Proenza. Juan Reyes. Angel Garía. La convulsión racista toca á su fin.

Crea V. que es una buena persona, un santo, y que no le incomodará poco ni mucho. Y así fue la verdad. En los quince días que D. Ramón estuvo en Madrid no tuve razón para arrepentirme de mi condescendencia. Era el fénix de los campañeros de cuarto.

Sin saber lo que hacía, loco de dolor, salió corriendo Ramón y entró en las habitaciones interiores por una puerta que daba al vestíbulo y estaba entreabierta... ¡La niña Lita está en la puerta de la calle!... gritaba. ¡La niña Lita está muerta en la puerta de la calle!...

¿Adónde vas? preguntó don Ramón viéndole salir del escritorio, después de haber llegado con tanto retraso. Al depósito de las referencias. Tengo que explicar el pedido.

Preso Berenguer de Entenza, y muertos los mejores caballeros y soldados que les siguieron, quedaron solo en Galípoli con Rocafort su Senescal, mil y dos cientos infantes, y doscientos caballos, y cuatro caballeros buenos soldados, Guillén Siscar, y Juan Perez de Caldés Catalanes, y Fernando Gori, y Ximeno de Albaro Aragoneses, y con ellos Ramon Montaner Capitan de Galípoli.

El camino hasta mi casa no deja de ser largo y escabroso, y ya ha cerrado la noche, eso es; ordinariamente, no me las arreglo bien con las tinieblas; pero en el estado ¡caray! en que me encuentro ahora... a la verdad, fío poco de mis fuerzas; y una caída a mis años... ¡caray! ¿Tendría usted inconveniente en que me acompañara un ratito, por lo más obscuro nada más, eso es, su criado Ramón?

La lírica artística de este período, tal cual se halla en los Cancioneros de Ramón Lluvia, Juan de Padilla, Íñigo de Mendoza y otros, así como en una parte del Cancionero general, conserva todavía en lo esencial y casi enteramente el estilo antiguo, y sólo tomó nuevo giro en 1504, cuando la conquista de Nápoles estrechó los lazos entre Italia y España.

La hija mayor de Gumersindo Arnaiz se casó con Ramón Villuendas, ya viudo con dos hijos, célebre cambiante de la calle de Toledo, la casa de Madrid que más trabaja en el negocio de moneda. Un hermano de este casó con la hija de la viuda de Aparisi, dueño de la camisería en que fue dependiente Pepe Samaniego.

El cambio de domicilio fue un acontecimiento para ; la espléndida casa de mi tío Ramón, mi ropa flamante de luto, la nueva faz de mi vida, ejercieron en mi espíritu toda la influencia de la novedad.

Palabra del Dia

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