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Actualizado: 28 de junio de 2025


De escaparme ; porque había vuelto a imponérseme esta idea, no como la primera vez que la sentí pasando por mi cerebro como una ráfaga, sino como un prurito irresistible que iba desbaratando por momentos la obra de mi aclimatación, casi a punto de terminarse ya.

Si hubiera estadística de los enredos amorosos, tal vez más de la mitad de ellos se vería que habían nacido del prurito de escribir que tienen las mujeres.

Para establecer exactamente la esfera de accion del agárico, nos falta indicar las modificaciones que induce en los tejidos y las secreciones. El ojo está seco; hay prurito en los oidos y algunos granos en la parte posterior del pabellon.

No hablaremos, pues, exclusivamente del FAUSTO; pero del FAUSTO hablaremos principalmente; y, procurando prescindir de los juicios extraños, tal vez se logre que los propios tengan alguna novedad, sin que, por el prurito de buscarla, nos extraviemos.

Las mujeres, cuando no las ciega la vanidad o el prurito de distinguirse, van por lo común bien vestidas.

Rebosa en ellas un prurito particular de hacer comparaciones y evocar imágenes, y las auroras y los crepúsculos, las perlas y los diamantes, los rayos y los relámpagos, menudean sin cesar; ya es un jardín un mar de flores; ya el mar un jardín de espuma; el mar alborotado se compara al Nembrod de los vientos, que acumula montañas y ciudades sobre ciudades, y á una espada desenvainada se llama cometa errante, que atraviesa las esferas del aire.

Y no se entienda que condene yo el prurito, que es natural e invencible, ni menos el resultado, que, si no llega a ser provechoso, es sin duda, o puede ser, ya divertido, ya interesante. ¿Y cómo condenarlos sin condenarme yo mismo, que me he metido también a curandero escribiendo o dictando modestamente algunas recetas?

En eso, todas nuestras repúblicas se parecen, pero ninguna ultrapasa la de los buenos yanquis. El prurito de la aristocracia es curioso entre ellos. No hablo del Sur, donde se conserva aún la tradición de la aristocracia de raza; me refiero al Norte, a ese mundo de financistas, industriales y comerciantes.

Pero esta suspensión de su movimiento fue pronto vencida del prurito de lógica que le dominaba, y se dijo: «No; voy a casa, y han dado ya las diez... Luego, no debo detenerme». Siguió por la calle de Postas y Vicario Viejo, y antes de desembocar en la subida a Santa Cruz, vio pasar a Aurora, que salía de la tienda de Samaniego para ir a su casa. «¡Qué tarde va hoypensó, siguiendo tras ella por la calle arriba, hacia la plazuela de Santa Cruz, no por seguirla, sino porque ella iba delante de él, sin verle.

En el trato, en la literatura, en las artes, el excesivo deseo de agradar produce desagrado; el afan por ofrecer cosas demasiado exquisitas fastidia: lo ridículo está junto á lo sublime; lo delicado no dista de lo empalagoso; el prurito de ofrecer cuadros simétricos, suele conducir á contrastes disparatados.

Palabra del Dia

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