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Sólo Maltrana, inquieto y curioso por las novedades de la navegación, había ido de un lado a otro, desde el puente del capitán a los profundos sollados, iniciando conversaciones, lo mismo en las salas de los pasajeros de primera clase que en los departamentos de proa y popa donde se hacinaban los emigrantes.

En estas incertidumbres transcurrió para él la primera semana después de su vuelta a los Genets.

La primera vez que recorrí esos jardines espléndidos, iba de bracero con un marques republicano, Orense, que no pensaba sino en la democracia, y le daba mas energía al contraste mi situacion. Allí, á la sombra de las alamedas y ante las imágenes de los monarcas, dos hombres enteramente distintos fraternizaban cordialmente.

Describía minuciosamente la primera bandera tomada al enemigo, como si fuese un traje de elegancia inédita. Ella la había visto en una ventana del Ministerio de la Guerra. Se enternecía al repetir los relatos de unos fugitivos belgas llegados á su hospital. Eran los únicos enfermos que había podido asistir hasta entonces.

Unos permanecían inmóviles, presentándole el dorso; otros tenían los ojos bajos y hablaban quedamente, con susurro de misterio. Dos ó tres de ellos cruzaron al fin sus miradas con la del capitán. Tenían en las pupilas un brillo de cólera naciente. Desvanecida la primera sorpresa, parecían dispuestos á levantarse, cayendo sobre el recién llegado.

¿No?... Pues juraría... Pero, en fin, lo mismo da. De todos modos, yo estaba muy alegre aquella tarde, y si hubiera tenido ganas de pagarlas y dinero, seguramente las hubiera pagado. No hay momentos más felices que estos en que el hombre todavía no ha perdido la timidez. No me da vergüenza confesarlo. Ayer me concedió por primera vez María-Manuela un beso.

Aunque esta novedad no haya llegado á con formalidad, como la mas ligera sospecha sea bastante para que yo no pierda momento en acudir con mis conocimientos á aclarar un punto tan grave, me veo precisado á molestar á V. E. para que en primera ocasion dirija al Rey este papel, que no puedo escusar, porque me considero el principal obligado á aclarar la materia, cuya história es la siguiente: Hace nueve años completos que llegué á esta provincia, sin mas instruccion de sus intereses y de la demarcacion, que la que tiene cualquiera y la que hallé en las instrucciones que me dieron, y no consideré suficientes para perder tiempo ni ocasion de informarme.

Se queda en «mis comparientes de Sevilla» o «los comparientes de Peleches». Bien: ¿y qué? Aguarde usted un poco... ¡canario, qué ricamente está hecho este café! Como obra de las manos de Catana, que no tienen igual para eso. También está rica la mantequilla... Esa es de primera aquí: recuerden lo que les dije de la leche. Pues a lo que íbamos.

Llamábalas la condesa sus ahijaditas, porque en su famoso baile de ancha base habían sido presentadas bajo los auspicios de la dama por primera vez en el mundo.

La última mitad del auto, en que Nabucodonosor sufre la pena de su orgullo, y al fin se arrepiente, no es igual en mérito á la primera, y su relación con el sacramento, necesaria á la conclusión de esta clase de autos, escasa y como traída por los cabellos.