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Actualizado: 18 de junio de 2025


De este modo, sin que yo pretenda igualar las producciones al compararlas, fray Luis de León imita á Horacio en La vida del campo, y compone una oda que Horacio ni siquiera entendería, si sabiendo bien el español resucitase.

Tengo poder bastante para hacer completamente feliz la vida de esos animales: ellos por su parte me pagan cumplidamente, siendo mis cortesanos, y casi amándome: estoy seguro de que uno solo de mis perros me sea ingrato, y de que uno de mis conejos pretenda robarme o engañarme: las flores me recompensan de mis cuidados por ellas, dándome su fragancia y sus colores; y... en fin... y hablando formalmente, repito que nada me interesa en el mundo más que , que no me necesitas; y si no creyera en Dios y le temiera, hace mucho tiempo que... pero no hablemos de eso.

No lo , mas no me engañaría si asegurase que suelen encontrarse en los talleres del pintor, con más frecuencia que en cualquier otro sitio, esas almas candorosas y graves, esos corazones sencillos, rectos y altivos que tan alto hablan en honor de la humana especie; y sin que pretenda dar a mi observación la fuerza de una verdad axiomática, que sería irracional e injusta, puedo decir en conciencia, que pocos caracteres podrían compararse en nobleza con los de algunos artistas a quienes muy de cerca he conocido.

No pretendo en manera alguna haberlo dicho todo: Paris necesita un libro, estos son recuerdos. Continuemos. El Paris moral, del cual se ocupan muy poco los que le visitan una vez, es un Paris sombrío y terrible, digno de ser estudiado por un filósofo que pretenda conocer el porvenir de un pueblo.

Tenga cada acto cuatro pliegos solos, Que doce están medidos con el tiempo; Y la paciencia del que está escuchando. En la parte satírica no sea Claro ni descubierto, pues que sabe Que por ley se vedaron las comedias Por esta causa en Grecia y en Italia; Pique sin odio, que si acaso infama, Ni espere aplauso ni pretenda fama.

La verdad, velada en la imagen o símbolo, seguirá siempre grabándose mejor en el alma de las muchedumbres, que la verdad, o la teoría que pretenda pasar por tal, expuesta con método didáctico rigoroso. Así la poesía será menos poesía, será menos bella, será más fría y más sin alma; pero podrá ser útil.

Esto ofenderá menos a la señora que las invenciones con que usted pretenda engañarla. ¡La verdad!... ¿está usted loco? Yo no digo la verdad aunque me maten... Corramos... ¿Habrán llegado ya las otras dos? ¡Jesús divino! Si ellas dicen una mentira distinta de la mía... Por eso lo mejor es decir la verdad. Eso ni pensarlo. Mamá nos mataría... A ver qué le parece a usted mi proyecto.

Por , no, mamá; puedes estar segura. Con tal que él no extreme las cosas y pretenda que nos demos duchas de agua de Lourdes. ¡Te advierto que a no me ha dicho nada! He ido a misa porque, estando aquí él, me parecía feo... Esta disculpa no exigida, ni siquiera rogada, fue para Pepe un rayo de luz: ya no le cupo duda de que las idas a la iglesia eran obra del otro.

Al oír esta relación, Pedro Lobo no pudo aguantar más, montó en cólera y dijo a la dueña: Ea, basta ya, doña Duval o doña Marisápalos, y no pretenda burlarse de e intimidarme con mentiras o con ridiculeces. Pronto, largo de aquí, si no quiere usted que me olvide de que es mujer y... vieja. Lo de vieja dolió en extremo a Madame Duval, porque se consideraba joven y casi lo era.

El lector no podrá figurarse que sobre este hecho de conciencia se pretenda fundar el panteismo; y que el espíritu humano por encontrarse á propio, haya de tener la arrogancia de que nada existe sino él mismo; que todo cuanto hay, sale de él mismo; y lo que es todavía mas singular, que él mismo se produce á mismo.

Palabra del Dia

rigoleto

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