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Tan grande era la solicitud con que trabajaban los indios, que todo se levantaba, como por encanto, en las nuevos pueblos formados por tribus que hablaban diferentes dialectos. Poco mas ó ménos hácia esta época los PP. Antonio Orellana y José de Vega emprendieron una peregrinacion por órden del Superior de la hermandad, subiendo por el pais de los Yuracarees, desde Moxos hasta Cochabamba.

Despues se escusaba de no poderse poner en camino por su poca salud, y hallarse próximo á la muerte; y le añadia, que renovaba todos los mandatos anteriores, y que imponia á los PP. todos los preceptos que podia: aunque sabia que todo habia de ser vano, como que ni él ni ellos tuviesen dominio sobre tantas y tan libres y tan varias voluntades de los indios: y que si en su voluntad de tal suerte estuviesen incluidas las de los indios, como en la de Adam, las de sus descendientes, ó á lo menos como la de los PP. Misioneros, por medio de la santa obediencia, no dudaria del efecto: mas siendo así, que no esperaba cosa alguna, que el Marques con su agudo juicio le sugiera modo con que esto con mas eficacia pueda ejecutarse, ó que obligue al Sr.

Los indios Payaguás huyen á los bosques, temerosos de la venganza de los cristianos por la traición de que éstos fueron víctimas I 187 Los nuevos cristianos son muertos, sin hacer resistencia, por los indios Puyzocas II 116 Los PP. Misioneros se esfuerzan en alentar á los indios para trasladarse á otro pueblo II 258

Dispuestas así las cosas de aquella cristiandad, pasó á Tarija, donde el nuevo Provincial ordenó que el P. Juan Bautista de Zea le sucediese en el oficio de Superior, y él se quedase en la Presentación, y los PP. Diego Zenteno y Francisco Hervás pasasen á los Chiquitos.

A su regreso de esta comision, los PP. de la Compañia le encargaron levantára el mapa del territorio de Misiones: obra vasta y dificil, no solo por la naturaleza del terreno, sino por la falta de materiales y recursos.

Para lo cual me será preciso interrumpir á ratos brevemente la narración para inteligencia de las cosas que en ella se insinúan, y la referiré por extenso, como puntualmente la escribieron á su Provincial los PP. Lucas Caballero y Felipe Suárez. Salida el alma del cuerpo, le salieron al encuentro dos, con semblantes de hombre, que le convidaban á que fuese con ellos á otro país.

Al ponerse el sol llegóse á la montaña llena de bosque, y porque el temor del enemigo que se acercaba los tenia desasosegados, habíase intentado pasar el monte: mas, como la estrechez y escabrosidades del camino no permitiesen que pasasen todos, una parte paró á la entrada de la selva, y la otra á la cumbre de los montes, entre las llanuras de las selvas: ultimamente, llegaron los PP. por medio de tigres que rugian y de onzas, de terrible magnitud, en el silencio de la media noche.

Finalmente se tranquilizaron, habiendo todos los PP. reprendido la temeraria audacia de los del pueblo de San Pablo, y habiendo hecho demostracion que todas las cosas que hablaban eran falsas, y la acusacion infundada. Se indagó que cosa dijese la carta, quien fuese el autor, quien el testigo, y en que lugar se halló.

Los capitanes de San Pablo, habiendo pedido antes perdon á los PP. y á los Miguelistas que estaban en su compañia, á los cuales tambien tenian por sospechosos, se retiraron á sus reales, que desde antes de ayer tenian puestos en un rio que corre al pié de la colina del pago, ó estancia.

Por los Zamucos entraron con algunos indios Chiquitos los PP. Felipe Suárez y Agustín Castañares. Los de la provincia de Tucumán no pudieron encontrar con Pilcomayo y hallaron por fin que el descubierto por los Tucumaneses el año de 1719 no podía ser aquel río por ser éste pequeño y el Pilcomayo muy grande.