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Actualizado: 31 de julio de 2024


Su hermano era un bandido incorregible; ella era una mártir angelical. Lo que principalmente anhelaba ya era libertad, libertad aun sin nobleza, porque el papel de María Antonieta en la Conserjería, con ser muy poético, empezaba a serle odioso.

A los ocho días la de Valcárcel comprendió que no era aquel el Bonifacio que ella había soñado. Era, aunque muy pacífico, más molesto que el curador-mayordomo, y menos poético que el primo Sebastián, que la había amado sin esperanza desde los veinte años hasta la mayor edad.

En la muchedumbre de asistentes al teatro, contaban, desde luego, con su ignorancia; y entre los más ilustrados, que se encontraban en esta parte al mismo nivel que el autor, con el desprecio á las micrologías, y con su delicada inteligencia de lo poético verdadero y de sus derechos.

Se encogió de hombros, sonrió con malicia, y al cabo dijo: ...¡Un señor! ¡Un bendito señor, como dice la tía Tula! ¿Cómo se llama? Don Oscar. Nombre romántico. Pues ¿sabe usted? él no tiene nada de romántico ni de poético repuso, cambiando una mirada y una sonrisa significativas con su padre.

A Liette le gustaba aquel rincón, poético vestigio del pasado que se armonizaba mejor con sus inocentes prácticas que el cuadro moderno de las iglesias parisienses.

Silenciosa llenó el caritativo deber, y al levantarse del suelo, exhaló leve suspiro, como el que desahoga, cumplida alguna tarea de que cuerpo y espíritu por igual recibieron cansancio. El chalet alquilado en Vichy por las dos familias, Miranda y Gonzalvo, llevaba el poético letrero de Chalet de las Rosas.

Omitiendo estas aventuras, más á propósito sin duda para la poesía épica que para el drama, declararemos, sin embargo, que el poeta hace alarde de su rica fantasía y de su habilidad y de su ingenio poético al juntar de nuevo á Leonarda con sus padres, con su novio abandonado y con el infiel Don Juan.

Sus contundentes razones abrumaban a su padre como una lluvia de acicalados chuzos, cuyas puntas se le clavaban en el corazón. Mirando todo por el lado poético, se explicaba satisfactoriamente: Juanita era el recato, la virtud, el talento y la modestia en persona.

No es posible, sin embargo, después de confesar cuáles son sus faltas, negarle gran talento poético, porque el vigor de sus ideas y el fuego y energía de su exposición indican sobradamente lo que hubiese podido hacer con más prudencia y mejor gusto, á no haberse dejado llevar de su afición á lo extravagante.

Muy inferiores á ella son La enemiga favorable, de Tárrega, y El mercader amante, de Gaspar Aguilar , y sin disputa no merecen tan marcada preferencia, respecto de otras muchas de igual ó más alto valor poético.

Palabra del Dia

ensuciándose

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