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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Arriba se ven las altas cimas montuosas y los picachos graníticos de un aspecto majestuoso, y mas altas aún se ostentan las lejanas eminencias de la cordillera coronadas de nieves perpetuas. Aquella comarca, de suelo suavemente ascendente y entrecortada por bajos cerros, es en extremo curiosa como elemento determinante de dos sistemas hidrográficos.

Sobre aquellos picachos de eterna verdura fijaba mi vista con la misma insistencia con que lo hace el que trata de reconocer á larga distancia las facciones de un sér querido. La campana de proa anunció la oración. La marinería cesó en sus faenas, reinó el silencio y la plegaria alzó su vuelo á otros mundos.

De un lado se ven, como bajos estribos ondulosos de los Montes de Toledo, graciosas colinas de seno granítico y superficie arenosa y arcillosa, absolutamente desnudas de vegetacion natural, pero cubiertas de sementeras de cereales, de pequeños olivares y viñedos, en los puntos ménos estériles; en tanto que sobre las ásperas lomas ó los campos muy desiguales y agrios pacen algunos rebaños do ovejas ó de vacas, cuyos grupos contrastan en el horizonte con los picachos rocallosos que de trecho en trecho se alzan sobre los lomos de las mas altas colinas.

Miré el reló que tenía a la cabecera de la cama, y vi que eran poco más de las ocho. A pesar de la falta que me hacía dormir un buen rato más, levantéme y abrí todo el cuarterón. El poco cielo que veía desde allí, estaba raso y azul como un paño de seda, y el sol bañaba ya todos los picachos del Oeste.

No hay cosa mayor con qué tentarte entre estos solitarios despeñaderos, a ti que estás avezado a las pompas y regalos de la corte; pero a todo se hacen los hombres cuando se empeñan en ello, sin contar con que también aquí hay su sol correspondiente; y aunque es cierto que tarda un poco por la mañana en trasponer los picachos que rodean el lugar, una vez arriba alumbra y calienta y regocija el ánimo como el sol más majo de cualquiera parte.

Sus palabras evocaban en el pensamiento del médico las minas, con su población miserable, roída por las necesidades materiales y la desesperación de los que sienten sed de justicia. Desde aquellos picachos rojos, transformados y revueltos por el pico del peón y el trueno del barrenador, un nuevo peligro espiaba á la villa opulenta y feliz.

En el fondo, la sierra de Avila levantaba sus picos más altos chapados de nieve. De ordinario, un bulto de nubes asomaba por detrás de la Serrota o del Zapatero, como vapor de una olla, sombreando los picachos y suspendiendo sobre la falda largos vellones horizontales. Aquella tarde las mujeres aderezaban ropas de iglesia.

Palabra del Dia

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