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Actualizado: 31 de mayo de 2025


El mal olor de todas las materias extrañas vomitadas por el volcán, duró por espacio de más de seis meses y desarrollóse en su consecuencia una peste cruelísima de calenturas pútridas y malignas que acabó con la mitad de la provincia, pues de 18.000 atributos que tenían antes solo quedaron 9.000

Y tiene todos los síntomas de la peste actual, señora observó míster Robert; lo malo está que la botica grande, es decir, los Bancos, no despachan ya. A su sobrino de usted se lo advertí que tuviera cuidado con el contagio... ¿Y yo, señor Robert? he gastado más saliva... Tanto andar con el apestado del primito... Eso es, ¡los amigotes!

540 Nosotros nos alejamos para no ver tanto estrago; Cruz sentia los amagos de la peste que reinaba, y la idea nos acosaba de volver a nuestros pagos. 541 Pero contra el plan mejor el destino se rebela. ¡La sangre se me congela! El que nos había salvado cayó tambien atacado de la fiebre y la virgüela.

Y vamos a ver si consigo explicarme de modo que usted me comprenda, sin decirle más que lo que debo. Figúrese usted que el amigo a quien más usted quiere, resulta inficionado de una peste ¿dejará usted de querer bien a ese amigo por tomar ciertas precauciones... sanitarias contra él?..

Huída de los indios Chiquitos á los bosques y selvas, temerosos de la venganza de los soldados españoles I 70 Huyen á los bosques los indios Puyzocas, después de haber dado muerte al P. Lucas Caballero II 84 Huyen los indios del pueblo de San Rafael á causa de haberse desarrollado la peste II 243 Idioma de los Indios Chiquitos I 64

Es muy difícil de presumir qué conducta hubiera seguido Guzmán con la marquesa si, al verse ésta viuda y libre, se hubiera contenido en los límites que parecían trazarle sus honrados antecedentes, aquel amor nobilísimo y extremado que sentía por su hija, y el sentimiento que la movía a defenderla de la peste de su propia casa. Por eso se trataban en la tessitura que hemos visto.

«¡Mira!», gritaba al poeta visionario con voz estentórea uno de los animales... Y aparecía el primer jinete sobre un caballo blanco. En la mano llevaba un arco y en la cabeza una corona: era la Conquista, según unos; la Peste, según otros. Podía ser ambas cosas á la vez. Ostentaba una corona, y esto era bastante para Tchernoff. «¡Surge!», gritaba el segundo animal removiendo sus mil ojos.

Escogido, pues, el lugar para la nueva fundación, ordenó el P. Superior no se emprendiese la fábrica, sin haber hecho primero la sementera y tener con qué vivir: mas el pueblo no quiso esperar tanto, por ver siempre á sus ojos la muerte en aquel clima inficcionado mucho tiempo antes de la peste; por lo cual se vieron los Padres precisados á seguir los indios, y el P. Superior, pasando á San Joseph, halló solos á los Misioneros, que con su ajuar estaban ya de partida para seguir á los neófitos.

Y miraba con espanto a su propio hogar, que le parecía lo más cenagoso y lo más profundo de la charca; y todo se le ocurría, menos el fácil recurso de cerrar sus puertas a la peste de afuera, purificarse ella misma arrojando de su cerebro la podredumbre de sus ideas y trocarlas por otras más dignas de aquel purísimo sentimiento que la naturaleza había infundida en su corazón.

Es posible... Y como ahora hay en Tablanca peste de salud para muchos días, si don Marcelo está conforme y usted nos da su permiso... ¿Yo?... ¡pispajo!

Palabra del Dia

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