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Actualizado: 19 de noviembre de 2025


«No clavetee usted más, por Dios... Parece que va a derribar la casa... Y que el ruido la molestará... ¿Pero qué van a poner ustedes ahí?». La comandanta entró con unos pedazos de damasco rojo y amarillo, que habían sido cortinas cuarenta años antes, pasando después por distintos usos.

Finalmente, en menos de dos credos dio con todo el retablo en el suelo, hechas pedazos y desmenuzadas todas sus jarcias y figuras: el rey Marsilio, mal herido, y el emperador Carlomagno, partida la corona y la cabeza en dos partes.

No replicó Firmo, es menester que yo le vea. Y después de vacilar un poco añadió: Es que quiero que me enseñe los pedazos de un garrote... Toma, ¿y por eso tienes tanta prisa? exclamó Martinán riendo. De noche se ve mal. Déjalo para cuando haga día claro... Además, ¿para qué diablos quieres ver un palo roto?

El pastor y la pastora le decían que pasara y ella contestaba que muchas gracias... Y por fin ayer se volvieron las tornas, porque Mauricia se enfureció, y acometiendo a doña Malvina le llenó la cara de arañazos... D. Horacio llama a los de Orden Público, y la tarasca se mete en la capilla, rompe el púlpito, vuelca el tintero, hace pedazos todos los libros, arma una barricada con las sillas, y coge la copa en que ellos comulgan, y... la profana del modo más indecente.

Dos pedazos de madera pueden tener una figura semejante ó diferente; cúbica, esférica, piramidal, etc. y tomar la una la de otra; pero en tal caso, no hay identidad de figuras, sino semejanza; son las mismas en especie, mas en número.

Mas Dios Nuestro Señor aceptó los deseos del P. Vice-Provincial para premiarlos, pero no la ejecución, porque hubiera caído en manos de aquellos bárbaros, que á su antojo le hubieran hecho pedazos.

¿Por quién lo dice usted, por don Carlos? preguntó Martín. . ¿Usted también cree que no es hombre de talento? ¡Qué va a ser! Es un tipo vulgar sin ninguna condición. Luego, no tiene idea de nada. Hablé con él cuando el bombardeo de Irún, y no se puede usted figurar nada más plano y más opaco. Pues no lo diga usted por ahí, porque le hacen a usted pedazos.

Rafael se fijaba en los retratos uno por uno: aquí parecía más esbelta y triste, como si acabara de salir de una enfermedad; allí fuerte y arrogante, como si desafiara la vida con su hermosura. ¡Ay, Rafael! murmuraba ella pensativa. No todo son alegrías. Yo he pasado mis tempestades como todos. He vivido mucho, y estos pedazos de cartón son capítulos de existencia.

Entonces... el pan no era abundante en casa y los pedazos estaban contados. En cuanto a la manteca para poner en él, inútil es hablar de ella.

En su primera mocedad Goethe empieza a escribir el FAUSTO; en su extrema vejez, ya de ochenta años, es cuando le termina, o mejor dicho, no le termina: aun después de su muerte deja pedazos, paralipomenos, que al FAUSTO pertenecen, que son la parte póstuma del gran poema.

Palabra del Dia

vengado

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