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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Al sentir el desgarrón de los cuernos en su panza, el mísero animal había mordido el cuello del toro con una furia de cordero rabioso. Relinchaban tristemente los caballos heridos, levantando la cola con ruidoso escape de gases; un hedor de sangre y excremento vegetal esparcíase por el patio; la sangre corría entre las piedras, ennegreciéndose al secarse.
Al acabar la última página advertí que aquella lectura había sido inútil. Mi cabeza no estaba para novelas. Temprano, antes de que se despertaran mis tías, salía yo al patio.
Se oía de vez en cuando: «¡Zopenco!»... «no tenéis pizca de educación»... «animal de bellota»... «¿Te figuras que estás en la taberna?» El marinero aguantaba la rociada con los ojos en el suelo. Una voz gritó desde el patio: Que lo lleven a la cárcel. Pero desde la cazuela contestó otra al instante: Que lleven también a Pepe de la Esguila. ¡Silencio! ¡Silencio!
En los fondos de la Catedral, después de atravesar el reducido patio donde se encienden los incensarios y se cocina el chocolate canonjil, súbese por una escalera de pino a una serie de estancias siempre obscuras.
Esta vez, cuando la nave hizo su parada definitiva en el patio, hubo una aclamación general. El Doctrino abrazó á sus amigos. ¡Javier! ¡Lázaro! Y se abrazaron con efusión. Después de los monosílabos de alegría y sorpresa, el segundo dijo al primero: ¿Tú en Madrid? ... al fin! ¿Vienes de Ateca? Sí. Bien.
La autoridad no se opuso á este pacto, y desde entonces siguieron juntas, y ambas cofradías gozaron de las ventajas de este privilegio en la forma indicada. En el fondo estaba el escenario; la mayor parte de los espectadores ocupaba el patio, y los asientos preferentes eran las ventanas del edificio y de las casas inmediatas.
Para ella, la sociedad estaba dividida en dos castas: los que van a pie y los que gastan carruaje; los que tienen en su casa gran patio con ancho portalón y los que entran por estrecha escalerilla o por obscura trastienda.
El salon en que estamos ocupa todo el cuerpo del edificio, de Norte á Sur. Tiene balcones á la calle y al patio del Palacio Real, un patio que es todo un lindísimo paseo, con árboles, glorietas y fuentes, y cuya extension excede acaso á la de la Plaza Mayor de Madrid.
Kempis ni qué ocho cuartos!... Voy a hacer obras en el caserón. Voy a blanquear el patio y los pasillos, a empapelar el comedor y picar la piedra de la fachada. Verán ustedes qué hermosa queda la piedra amarillenta después que la piquemos. No quiero obscuridad, no quiero negruras, no quiero tristezas.
Se pasa bajo el pórtico de la fortaleza, dejando el bosque poblado de misteriosas armonías, y el viajero se encuentra en el extenso patio de los Aljibes.
Palabra del Dia
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