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Actualizado: 25 de julio de 2025
Las mayólicas y los platos de Palissy parecían trozos de un bajo fondo submarino, jirones de algún hondo arrecife, o del lecho viscoso de un río; allí entre las algas y fucus resbalaba la anguila reluciente y glutinosa, se abría la valva acanalada de la almeja, coleteaba el besugo plateado, enderezaba su cono de ágata el caracol, levantaba la rana sus ojos fríos, y corría de lado el tenazudo cangrejo, parecido a negro arañón.
Aquí los arcones de roble; ahí el gran armario de tres lunas. Cuadros de Fortuny, tapices de los Gobelinos, porcelanas de Sèvres, y de Bernardo Palissy... Muy bien. Bronces, acuarelas...». Mariano le miraba con cierto espanto. Isidora entreveraba de sonrisas su pena profundísima.
Por más que se diga, sus tintas chabacanas, pálidas, no retratan ni con mucho la suavidad, la dulzura, la emoción de las flores del mar. Si se emplearan los esmaltes, lo cual ensayó Palissy, el asunto saldría rudo y glacial: admirables en la reproducción de los reptiles, de las escamas de pescado, son demasiado lustrosos para imitar esas suaves y tiernas criaturas que hasta de cutis carecen.
Ella, que no tiene la costumbre de hablar seriamente, está admirable de formalidad y de oportunidad. No sé dónde ha ido a buscar las anécdotas que nos ha contado sobre un plato de Bernardo Palissy; todas la hemos escuchado con la misma sorpresa.
Entretanto, su buen talento y su inquebrantable tenacidad, le permitieron escribir varias obras dramáticas: entre ellas «Bernardo Palissy», «Nuestros íntimos», «Flor de Liana» y «Reina Ulfra», que la famosa Raquel no quiso representar. La fatalidad perseguía á Sardou.
Palabra del Dia
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