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Mauricio había procedido como un verdadero enamorado, diciendo ¡adiós!, sin esperanza de retorno, á sus varias amantes, sacerdotisas de las más nobles artes: la comedia, la ópera y el baile. ¡Se acabaron las locuras! Su mujercita y los estudios serios nada más.

Confirmaba los que el conde relataba, con un movimiento de cabeza. Cuando nos levantamos de la mesa, yo me apresuré a despedirme por no molestar. Isabel aprovechó el momento para rogar a su padre que fuese aquella noche con ella al teatro. El conde respondió, mientras encendía un cigarro: No puede ser: ya sabes que no me gusta la ópera.

Pocas veces la casamentera opera sola, sino en combinación con otras, aficionadas como ella a tramar enlaces y noviazgos. Para hacer el «gancho» recurren a mil arbitrios delicados, procurando que la pareja se hable y se trate, encontrándose de una manera «casual» en todas partes.

Durante el almuerzo se habló de una ópera nueva, y la señora de Laroque dirigió sobre este asunto, al señor de Bevallan, una pregunta á que no supo responder, aun cuando siempre tenga, si ha de creérsele, un pie y un ojo en el Bulevar de los Italianos.

El mismo arquitecto de la Opera de París había repetido su abrumadora ostentosidad en esta sala: oro por todas partes, molduras, cariátides, espejos inmensos. No había un palmo de pared que no fuese de estuco labrado y dorado. En el muro del fondo, sobre las filas de butacas que se elevaban en acentuado declive, había cinco palcos, los únicos: el del príncipe soberano y los de sus dignatarios.

Con aire displicente dijo el buen hombre: Pues ópera la van ustedes a tener ahora, y buena; porque me ha dicho el alcalde que han pedido el teatro desde León el famoso Mochi y la Gorgheggi. ¡La Gorgheggi! gritaron a una los presentes. Y hasta el relator hizo un movimiento de sorpresa en su silla, metido en la sombra, y la viuda de Cascos le miró y suspiró discretamente.

Al tratar ya en particular de sus dramas, hablaremos primero, como es justo, de El alcázar del secreto, el más famoso suyo en España, hace mucho tiempo. Su fábula y traza es muy ingeniosa, y hay claridad y transparencia en su desempeño, aunque se desearía que careciese de cierta tendencia á la ópera.

Overtura Militar "Patria", Marín Varona. Banda del Cuartel General. Mosaico "Cuba", Anckerman. Banda Municipal. Selección de la ópera "El Conde de Luxemburgo", F. Lehár. Banda del Cuartel General. Habanera "Cuba", Sánchez Fuentes. Banda Municipal. "Potpourrit cubano", Marín Varona. Banda del Cuartel General. "Rapsodia cubana", Tomás. Banda Municipal.

La estación fue deliciosa y casi todas las familias se ausentaron de París. La Opera viose invadida por provincianos y extranjeros. M. L'Ambert frecuentola bastante menos que otras veces.

Con distinta mujer, don Juan hubiera aprovechado la pregunta para hacer un juego de palabras y un chiste picante: con Cristeta no se atrevió. ¡No lo he de creer! En cuanto se forme una buena compañía de zarzuela, de ópera cómica española quiero decir, verá usted cómo la buscan. El día en que haga usted un papel de sentimiento, una obra fina... se la comen a usted.