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Actualizado: 18 de octubre de 2025
Todas sus aspiraciones las encierra en su provincia; las demás son enemigas o extrañas; son diversas tribus, que se hacen entre sí la guerra. López, apoderado de Santa Fe, no se cura de lo que pasa alrededor suyo, salvo que vengan a importunarlo, que entonces monta a caballo y echa fuera a los intrusos.
Temo que ha de estimar mi presteza o ligereza, sin que eche de ver la fuerza que él me hizo para no poder resistirle. »-No te dé pena eso, señora mía -respondió Leonela-, que no está la monta, ni es causa para menguar la estimación, darse lo que se da presto, si, en efecto, lo que se da es bueno, y ello por sí digno de estimarse. Y aun suele decirse que el que luego da, da dos veces.
Sobre la mesa había unos guantes, varios libros, dos retratos en bonitos marcos, uno de ellos del gordo Arnaiz, una papelera, juego de té de finísima porcelana, una cajita de marfil y otros objetos muy lindos. «Aquel guante dijo Moreno , que monta sobre la papelera, parece exactamente un lebrel que corre tras la caza... ¡Qué silencio tan solemne hay ahora!
Los esclavillos negros, en tallas de búcaro o en blanco y fino barro de la Rambla, brindaban con el agua cristalina y fresquísima de las fuentes más puras y nombradas. Los mercaderes de poca monta desplegaban en sus azafates de paja de la India las cintas y listones que, halagando el gusto y afición de las muchachas, hacían caer en la tentación de comprarlas a los galanes y mancebos.
Está bien seguro de no perderla; si hay obstáculos, no le dan cuidado, él sabe el modo de removerlos; si hay rivales poderosos, á D. Nicasio no le hacen mella. Otras hazañas de mas monta ha llevado á cabo; negocios mucho mas espinosos ha tenido que manejar; mas poderosos rivales ha tenido que vencer.
Como un pino de oro. ¿Buen cristiano? Creo que sí. ¿Honrado? Á carta cabal. ¿Y la quiere mucho? Con toda su alma. ¿Y es discreto y valiente? Como un Gonzalo de Córdoba. Además es poeta elegantísimo, monta bien á caballo, posee otras mil habilidades, es muy leído y sabe de torear. Me alegro, me alegro y me realegro. Le casaremos con Clarita, aunque rabie Doña Blanca. Sí, querido maestro.
18 A su tiempo se levanta en alto, y se burla del caballo y del que se monta en él. El resoplido de su nariz es formidable; 21 escarba la tierra, se alegra en su fuerza, sale al encuentro de las armas; 22 hace burla del espanto, y no teme, ni vuelve el rostro delante de la espada. 23 Contra él suena la aljaba, el hierro de la lanza y de la pica;
¿Y cómo olvidaros, si creo que por haberos tratado en mi niñez se me han pegado vuestras picardías? Yo no soy pícaro, y si lo soy, soy pícaro á sueldo. Tanto monta, que nadie hace picardías al aire. ¿Pero dónde vivís? Paréceme de que me lleváis por las escaleras de las cocinas. Así es la verdad, hermano Quevedo; he visto cuanto podía ver, y á mi mechinal me vuelvo. Pues sígoos. En buen hora sea.
Perdóneme; ¿quiere usted permitirme que le pregunte, señorita, si monta usted ese animal? Sí, señor, pero con dificultad. ¡Pues bien! puede ser que ella sea menor cuando lo haya yo montado una ó dos veces. Esto me decide. Haga usted ensillar á Proserpina, Alain.
Pero mi juramento es nulo, en vista de que acabáis de llegar de Inglaterra y ni sabéis lo que ha hecho vuestra gente por aquí, ni es posible exigiros por ello asomo de responsabilidad. Que yo sea ahorcado es cuestión de poca monta, señor, contestó al punto el barón, si bien el género de muerte es menos noble de lo que yo esperara. No insistáis, barón.
Palabra del Dia
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