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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Los amigos que aún quedaban a la monarquía y los hombres personalmente unidos al rey, se contaron y unieron para ir a reformar la guardia constitucional de Luis XVI. Mi padre fue uno de estos hombres de corazón. Mi madre, que a la sazón me llevaba en su seno, no hizo el menor esfuerzo para detenerle.

Desde esta época comienza una nueva serie de dramas, llenos de vigorosa poesía, para celebrar el naciente brillo de la monarquía universal española. Sólo existe la primera parte, que sin formar un todo perfecto, nos ofrece, sin embargo, una serie de cuadros bellísimos de la historia de España.

En el centro, Mirabeau, Barnave, los Lameth, Lafayette, Lally-Tollendal... queriendo unir en un abrazo de conciliación el pasado y el porvenir, regenerar la monarquía por medio de la libertad, ponderar la libertad por medio de la institución monárquica...

Hablaban de ocupaciones, de los negocios públicos, de las probabilidades de una guerra sangrienta, de la enfermedad de Su Majestad, la cual iba en tal manera creciendo, que pronto aquel animado muerto sería todo cadáver, entre el espanto de la monarquía huérfana. En las conversaciones de D. Benigno notaba Salvador una particularidad extraña y que no acertaba a explicarse.

Desde que las Cortes Constituyentes votaron la monarquía, Amparo y sus correligionarias andaban furiosas. Corría el tiempo, y las esperanzas de la Unión del Norte no se realizaban, ni se cumplían los pronósticos de los diarios. ¡Que hoy!... ¡que mañana!... ¡que nunca, por lo visto! ¡En vez de la suspirada federal, un rey, un tirano de fijo, y tal vez un extranjero!

Con esto estaba el perro tan pujante, Que á todo el mundo junto no temia, Juzgándose asi solo por bastante Contra la tierra toda y monarquía. El nombre de cristiano, y lo restante Pensaba de acabar solo en un dia, Y no le falta ayuda de paganos, Que vienen de los pueblos mas cercanos.

Es inútil entrar en pormenores respecto de la organizacion de las Cámaras y los demas poderes públicos, puesto que todo está dicho con indicar la índole del gobierno, que sigue las reglas de toda monarquía constitucional. Solamente me detendré á indicar algunos rasgos particulares que dan idea del carácter general del gran-ducado.

Suspendo aquí la relacion de los perjuicios que se siguen á nuestra monarquia con dichos establecimientos, para hacer ver las ventajas de que nos privan.

El Fénix de los ingenios españoles, aquel que se alzó con el cetro de la monarquía cómica, visitó á Sevilla en los primeros años del siglo XVII, y si bien de su estancia en nuestra población no son hasta ahora muy detalladas y completas las noticias que existen, pueden, sin embargo, servir para dar asunto á uno de estos apuntes históricos.

A las dos formas de gobierno que por entonces contendían en España, se las representaba el auditorio de Amparo tal como las veía en las caricaturas de los periódicos satíricos: la Monarquía era una vieja carrancuda, arrugada como una pasa, con nariz de pico de loro, manto de púrpura muy estropeado, cetro teñido en sangre, y rodeada de bayonetas, cadenas, mordazas e instrumentos de suplicio; la República, una moza sana y fornida, con túnica blanca, flamante gorro frigio, y al brazo izquierdo el clásico cuerno de la abundancia, del cual se escapaba una cascada de ferro-carriles, vapores, atributos de las artes y las ciencias, todo gratamente revuelto con monedas y flores.

Palabra del Dia

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