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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Teniendo la misma vida en todas sus partes, la herida, la mutilación, no le mataban: vivía y aun parece olvidaba la porción destruida. La vulnerabilidad del molusco centralizado es otra cosa. ¡Qué puerta se abre á la muerte! El incierto movimiento propio de la medusa y que en ocasiones casualmente podía ser su salvación, apenas lo tiene el molusco, á lo menos al principio.
Toma ahora esta bankolungan, que aún vive, y apriétala un poco entre tus manos. El joven hizo lo que su tío le indicaba, y vió contraerse el molusco hasta reducirse a una especie de bola y lanzar primero un chorro de agua y después una materia obscura, que se le extendió por los bordes de la boca.
Eran objetos vomitados por el mar: ánforas recubiertas de valvas de molusco, por un enterramiento submarino de siglos. Las aguas profundas habían cincelado estos adornos pétreos con extraños arabescos que hacían pensar en el arte de otro planeta.
La sociedad mallorquina, encerrada en sus preocupaciones tradicionales, como un molusco en sus valvas, y enemiga por instinto de las novedades de París, indignóse ante este escándalo. ¡No eran casados!... ¡Y ella escribía novelas que espantaban por su audacia a las gentes de bien!... La curiosidad femenil quiso conocerlas, pero en Mallorca sólo recibía libros don Horacio Febrer, el abuelo de Jaime, y los pequeños volúmenes de Indiana y Lelia propiedad de aquél corrieron de mano en mano sin que los lectores los entendiesen. ¡Una mujer casada que escribía libros y vivía con un hombre que no era su marido!...
Todo terminado...» Pero en los días tristes de invierno su resignación se revolvía contra esta existencia de molusco recluido en su caparazón de piedra. ¿Iba a vivir siempre así?... ¿No era torpeza haberse encerrado en este rincón, teniendo aún juventud y bríos para luchar en el mundo?... Sí; era una torpeza.
Alguna vez logramos ver ese molusco, que nosotros llamábamos en vascuence deituba y que no sé por qué decíamos que solía estrangularse. Para hacerle salir de su escondrijo había que echarle un poco de sal. El que tenía más suerte para los descubrimientos era Zelayeta; él encontraba la estrella de mar o la concha rara; él veía el pulpo entre las peñas o el delfín nadando entre las olas.
Pero sobre todas las especies, la de nulibranquios y aun de acéfalos filipinos en general, hay que colocar la avicula Margaritifera ó madreperla, cuyo molusco está sujeto á una enfermedad especial que produce esas concreciones de tanto valor en joyería, conocidas bajo el nombre de perlas.
El asunto es más complicado para el molusco viajante, que dice para sí: «Tengo un pie, un órgano para andar; por lo tanto andar debo.» Mas, no puede abandonar su preciada casita y recogerse en ella á voluntad, siéndole de absoluta necesidad cuando anda. Entonces se verá atacado.
Recordaba con nostalgia su camarote reducido y ordenado, donde no había un mueble que escapase á su vista ni un cajón cuyo contenido no estuviera en su memoria. Su cuerpo se deslizaba, con el desembarazo de la costumbre, por los desfiladeros del mobiliario. Se había adaptado á todos los ángulos entrantes y salientes, como la carne del molusco se adapta á las sinuosidades internas de sus valvas.
Si para arrancar aquel hombre de su poltrona, donde estaba incrustado como el molusco a la roca, se necesitaba cogerle de una oreja y echarle a puntapiés, y aún así, era casi seguro que había de volver, a hocicar.
Palabra del Dia
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