Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de junio de 2025
Iba la Regenta al cuarto de su marido con ánimo de conversar, si estaba despierto, de hablarle de la misa del gallo, sentada a su lado, sobre el lecho.
»Tinito habla poco, casi nada; pero se deja ver en todas partes, con la cabecita muy alta y en la cara una sonrisa entre compasiva y desdeñosa. No va a misa, por supuesto; y si se le pregunta por qué, hace un gestecillo como de asombro, sin dejar de sonreírse, y no responde más.
La Villasis, sin embargo, no se mostraba muy propicia, y echándose a reír, le dijo: ¿Pero qué falta hago yo, mujer?... La misma que los perros en misa... No digas eso, María, porque ni tú misma lo crees replicó la otra muy apurada.
Echose él a reír, y metió mano al bolsillo interior de su americana. «¡Ay! No me lo diga usted, D. Francisco exclamó doña Lupe con incredulidad, cruzando las manos . ¿Ha pagado...?». Lo va usted a ver... Yo... tampoco lo esperaba. Como que fui anoche a decirle que el lunes se le embargaría. Hoy por la mañana, cuando me estaba vistiendo para ir a misa, me le veo entrar.
Un ruido acompasado que hacía mal a su cabeza y resonaba como un eco amigo en su corazón despertóle entonces: era la campana de la iglesia que tocaba a Misa.
Poco o ningún cambio había tenido la pieza, que más que gabinete parecía capilla, o mejor un abreviado trasunto de la corte celestial, pues todo en ella era santicos pintados y de bulto, reliquias, estampas de santuarios y monasterios, corazones bordados, palmitos, y un altar completo con sus candeleros de estaño, sus arañas colgadas del techo, sus misales y sus tres curitas de cartón con casullas de papel, en actitud de celebrar misa cantada.
Casi era seguro que, aterrándose ante un peligro tan enorme para el honor de su casa y de su sangre, se allanara a todo, concediéndole su protección. Pero el sorprendido, el aterrado, fue Jaime al ver fruncirse con una sonrisa fría los labios pálidos de la vieja. Lo sé dijo . Me lo han contado todo esta mañana en Santa Eulalia, al salir de misa. Ayer estuviste en Valldemosa.
Llegaron al fin éstos á la Ciudad Eterna, después de una larga y penosa marcha á pie y mendigando, y arrojáronse á los pies de Su Santidad, quien, no sólo les concedió cuanto pedían, sino que por una Bula les otorgó campanillas, campana, cementerio y licencia para que celebrasen Misa en aquella soledad todos los ermitaños que fuesen sacerdotes. Esta concesión tuvo efecto en 1407.
Yo no lo acompañaré a Vd., porque tengo que decir la misa de gallo; ya sabe Vd., costumbres viejas, y que no encuentro inconveniente en conservar, puesto que no son dañosas. Aquí no hay desórdenes a propósito de la gran fiesta cristiana y de la misa. Nos alegramos como verdaderos cristianos.
Condesa me dió muchos dulces, y la Marquesa me preguntó si sabía ayudar a misa.
Palabra del Dia
Otros Mirando