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Actualizado: 18 de julio de 2025
Los caballos piafaban impacientes, sacudiendo los penachos azules como si les corriese prisa llevar la desposada a los brazos del Esposo místico. Era una procesión regia. Y en verdad que María, por su gallarda presencia, mereciera ser reina.
Recitó en voz alta el satrapa las acciones por las quales podian sus autores merecer el inestimable premio, y no habló siquiera de la magnanimidad con que habia restituido Zadig todo su caudal al envidioso: que no era esta accion que mereciera disputar el premio.
¿Qué había realizado hasta ahora que mereciera inscribirse en las crónicas? ¿Qué eran sus mejores hechos sino proezas de niño? Esta reflexión hízole sonreír con ambiciosa amargura, mientras sus ojos, enrojecidos de pronto, dejaban asomar una lágrima.
Mientras la arrastraban, Lita iba repitiéndose la mágica fecha, para que no la olvidase su memoria de pajarito... Todavía al despedirse de Ramón hasta el día siguiente, le recomendó otra vez: ¡No vayas a perder el apunte! Ramón se alzó de hombros ante tanta insistencia, y se volvió a la cocina ligeramente disgustado por la poca atención que mereciera su abanico de papel de colores...
Estaba el hombre en un puro éxtasis. Otros melómanos furiosos vio la dama en el palco; pero ya había concluido el cuarto acto y Juan no parecía. iii Si todo lo que les pasa a las personas superiores mereciera una efeméride, es fácil que en una hoja de calendario americano, correspondiente a Diciembre del 73, se encontrara este parrafito: «Día tantos: fuerte catarro de Juanito Santa Cruz.
El agujero se llamaba el pozo; y el templete que se alzaba entre el emplazamiento del palo y el lado del pozo de hacia proa, con lumbreras a los costados y barritas de metal para protegerlas, era el tambucho, o cúpula de la cámara que estaba debajo, bastante cómoda según iba a verse enseguida, porque ya no había en el balandro cosa que mereciera ser explicada ni vista desde el muelle.
A Mesía fusilémosle, había dicho, si eso te consuela; pero hay que esperar, hay que evitar el escándalo, y sobre todo hay que evitar el susto, el espanto que sobrecogería a tu mujer si tú entraras en su alcoba como los maridos de teatro.... Ana, culpable según las leyes divinas y humanas, no lo era tanto en concepto de Frígilis que mereciera la muerte.
Probablemente; ¡y qué desconsolador era tener que echar sobre sí misma el desdén que mereciera todo! ¡Y con qué entusiasmo había escrito muchas de aquellas poesías religiosas, místicas, que ahora le aparecían amaneradas, rapsodias serviles de Fray Luis de León y San Juan de la Cruz!
Ahora bien; el Conde ni estaba enamorado, ni pensaba en casarse con nadie, ni mucho menos con Inesita: sólo aspiraba a pasar el rato; pero el Conde tenía también su moral, y no había rato, por bueno que fuese, que mereciera que él se rebajase hasta mentir y engañar a una pobre chica, haciéndola creer que podría casarse con ella.
Había el príncipe de Polignac puesto en mí sus esperanzas, y me distinguía con una familiaridad política que acaso no mereciera. En las confidencias con este grande hombre, entreveía un alma real, un espíritu dispuesto ya para la emigración y un corazón alarmado por la conciencia.
Palabra del Dia
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