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Actualizado: 1 de julio de 2025
Era esta mujer colosal, a lo ancho más aún que a lo alto; parecíase a tosca estatua labrada para ser vista de lejos. Su cara enorme, circuida por colgante papada, tenía palidez serosa. Calzaba zapatillas de hombre y usaba una sortija, de tamaño masculino también, en el dedo meñique.
En efecto, la nobleza iba en romería a ver el prodigio, a ver engordar a la niña. El elemento masculino notó mucho antes que el femenino la extraordinaria belleza de Anita. Pocos meses después de la fiebre, Ana había crecido milagrosamente, sus formas habían tomado una amplitud armónica que tenía orgullosa a la nobleza vetustense.
Beatriz se resistió débilmente; ¡en su labio, humedecido, temblaba una lucecilla azul, una gota de luna! Fue al principio un beso ideal, casi incorpóreo, tomado con el aliento, en la quietud, en la altura, sobre el sueño de la ciudad y las tierras; pero, al pronto, el indeciso contacto acabó por despertar los sentidos, y las bocas se ligaron, se apretaron fuertemente, bajo el masculino furor.
¡Mira, Antonio, no me sofoques! Mira que tengo la sangre más negra ya que mis zapatos y no respondo de mí decía ella con los labios pálidos, temblando de ira. Lo digo y lo repito aquí y en todas partes. ¡Tu madre femenina!... ¡y tu padre masculino! El furor de María-Manuela no tuvo límites al oir el nombre de su padre. ¿Á mi padre también, canalla? ¿Á mi padre también?
El sexo masculino es así. Por más que se pretenda afinarle, conserva siempre un fondo originario de grosería y de inconsciencia. En fin, gentleman, tenemos orden de llevarle atado hasta nuestra capital, pero marchando por sus propios pies. »Nada de fabricar una enorme carreta y de amarrarle sobre ella, siendo arrastrado por centenares de caballos.
Esto es decir demasiado, si se refiere á todas las comedias de Tirso, que á veces nos presentan mujeres débiles y hombres de carácter enérgico; pero no puede negarse que es exacto este juicio, aplicado á la mayoría de sus obras dramáticas, y que demuestra cuáles eran las ideas particulares de este poeta, en general, acerca de los caracteres esenciales y distintivos del sexo masculino y femenino.
Había allí tal abundancia de ranas, lagartos, sapos, escuerzos y otras sabandijas, que era la tierra de promisión para aquel pájaro zancudo, el cual, por su gran tamaño y por la extraordinaria longitud de sus alas, cubiertas en los extremos de lustrosas y negras plumas, dejaba conocer que era del género masculino. Lo que Poldy no acertaba a determinar era si el pájaro estaba casado o soltero.
Fuera del tío Goro, que por su cualidad de hombre letrado se creía en el caso de opinar siempre como el párroco y el capitán de Entralgo, apenas quedaba un individuo del sexo masculino que no se hallase excitado por la idea de enriquecerse.
Los vestidos y sombreros de las mujeres espumas de diversos colores en las que flotaban briznas de plata y oro , así como las masas blancas y negras del indumento masculino, se esparcían en torno á las manchas cuadradas de los manteles. Con la música estridente de las orquestas venía á juntarse un estrépito de feria.
A la puerta de la iglesia de Omnium Sanctorum se colocaron, de orden de la justicia, dos altas escaleras de mano; y en cada una de ellas pusieron á dos jóvenes y no mal parecidas mujeres, siendo también curioso el que una de las tales estaba vestida en traje masculino con gregüescos y calzas.
Palabra del Dia
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