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Actualizado: 16 de octubre de 2025
La misa. Yo no apruebo las ideas de mi sobrino Antero. Hasta ahora hemos vivido á gusto en este valle sin minas, sin humo de chimeneas ni estruendo de maquinaria. La vega nos ha dado maíz suficiente para comer borona todo el año, judías bien sabrosas, patatas y legumbres no sólo para alimentarnos nosotros, sino para criar esos cerdos que arrastran el vientre por el suelo de puro gordos.
Hay, en efecto, innumerables comedias, cuya fábula se imagina ocurrir en las cortes, y que muestran algún personaje real, y que, sin embargo, refieren tan sólo aventuras de la vida ordinaria, y no exigen complicado juego de maquinaria ni ostentación escénica, cual lo prueban las conocidas de Moreto y de Calderón, tituladas El desdén con el desdén y El secreto á voces.
De nada le vale a usted ser honrado, si la maldad de los demás le obliga a hacer una barbaridad. Eso está muy bien discurrido. ¡Oh!, la desgracia vuelve sabios a los tontos... No, no somos dueños de nuestra vida. Estamos engranados en una maquinaria, y andamos conforme nos lleva la rueda de al lado.
Vivo yo tan seguro de esta verdad, que nunca he querido engolfarme en el mare-magnum de la Economía Política, teniendo por tan complicada toda esta maquinaria de las sociedades, que ni remotamente he caído en la tentación de querer averiguar cuáles son los resortes que la mueven y cuáles las bases sobre que se sustenta.
Ya se entiende que este edificio había de estar aislado, no empotrado entre casas como los pobres teatros que ahora tenemos, salvo el teatro Real, tan abominablemente feo en lo exterior, que harto bien merece estar empotrado. Construído ya el teatro, sería menester dotarle de toda la maquinaria, decoraciones, trajes y demás riquezas y esplendores que en el de Viena hay y se lucen.
Era un ingeniero que durante la guerra había dirigido una fábrica dedicada á la producción de municiones. Ahora la fábrica estaba cerrada, y su dueño, después de haber reunido en cuatro años una fortuna enorme, no sabía qué hacer de ella. El ingeniero buscaba, sin éxito, un capitalista, para dedicarla por su cuenta á la producción de maquinaria agrícola.
Lo último, esto es, la parte que los carros, descubriéndose ú ocultándose, jugaban en la acción de Los autos sacramentales, consta, con evidencia, del análisis de algunas composiciones de este linaje, y por ellas se conoce también exactamente la maquinaria y los trajes que se usaban.
A veces, alguna viguita sin dueño... ¡Vendo por vigas!... Tres vigas aserradas. Yo mando carreta. ¿Conviene? Candiyú se reía. No tengo ahora. Y esa... maquinaria, tiene mucha delicadeza? No; botón acá, y botón acá... yo enseño. ¿Cuándo tiene madera? Alguna creciente... Ahora debe venir una. ¿Y qué palo querés usted? Palo rosa. ¿Conviene?
Cuando la maquinaria no da resultado, entra a funcionar la gruesa artillería y se organiza un asalto. Se elige una casa de confianza, se pasa la voz entre diez o doce familias, y todo el mundo cae de visita, a la misma hora, por casualidad.
Se echa al aire la masa con el caliche que contiene. Se recoge éste y se lleva a las nitrerías o fundiciones para ser refinado y preparado para exportación. En las nitrerías se usa maquinaria del tipo más económico y más efectivo, y los métodos de refinar el caliche están conformes a los mejores resultados de las investigaciones de la química industrial moderna.
Palabra del Dia
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