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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Los familiares que en las oficinas del obispado manejaban el registro secreto de la conducta de los clérigos de la diócesis, tardaron muchos meses en convencerse de que no era mujeriego, y el espionaje, de que no se vio exento por ser ahijado de don Tadeo, sólo logró averiguar que, valiéndose de lo cercano que estaba su curato a la ciudad, Tirso solía irse a la población un par de veces al mes, permaneciendo en ella algunas horas, sin que nadie supiera dónde ni a qué iba.
Aquellos hombres que salían de las cuevas negros, sudando carbón y con los ojos hinchados, adustos, blasfemos como demonios, manejaban más plata entre los dedos sucios que los campesinos que removían la tierra en la superficie de los campos y segaban y amontonaban la yerba de los prados frescos y floridos. El dinero estaba en las entrañas de la tierra; había que cavar hondo para sacar provecho.
Los soldados manejaban picos, abriendo aspilleras en la pared, cortando su borde en forma de almenas. Otros se arrodillaban ó sentaban junto á las aberturas, despojándose de la mochila para estar más desembarazados.
Manejaban el género con absoluta indiferencia, cual si los sacos de monedas lo fueran de patatas, y las resmas de billetes, papel de estraza. A Jacinta le daba miedo ver aquello, y entraba siempre allí con cierto respeto parecido al que le inspiraba la iglesia, pues el temor de llevarse algún billete de cuatro mil reales pegado a la ropa le ponía nerviosa.
Se jugó a cara y cruz con una moneda y salieron elegidos Chim, el malayo, y Silva Coelho. Tristán no tuvo más remedio que dejar hacer, y se retiró a su cámara. Yo me quedé a presenciar la lucha. Era al comenzar el alba. En el cielo aparecían celajes espesos y desgarrados que anunciaban viento. Los dos hombres desafiados eran fuertes, astutos y manejaban el cuchillo con habilidad.
Otros motivos de irritación ayudaban a soliviantar los ánimos. Escaseaban las consignas y la hoja tan pronto era quebradiza y seca, como podrida y húmeda. No, trabajo habían de pasar los que fumasen semejante veneno; pero las que lo manejaban también estaban servidas.
Detrás de todos marchaban las Interjecciones, que no tenían cuerpo, sino tan sólo cabeza, con gran boca siempre abierta. No se metían con nadie, y se manejaban solas; que aunque pocas en número es fama que sabían hacerse valer.
Palabra del Dia
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