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Actualizado: 16 de julio de 2025
Mandaba tónicos, un régimen fortificante, ejercicio y aire libre, pero la enferma no quería oír hablar de nada de esto y declaraba que la vista de una chuleta le daba náuseas y que el más corto paseo la mataría seguramente.
A fin de facilitar el buen resultado de la empresa, fué autorizado Bolívar á tomar en los arsenales de Cartagena algunos cañones y cuanto al intento necesitare; pero el jefe que mandaba en aquella plaza se negó á ello, y entonces se vió en el caso de sitiar á sus mismos coreligionarios.
A lo cual respondió el cautivo que de muy buena gana haría lo que se le mandaba, y que sólo temía que el cuento no había de ser tal, que les diese el gusto que él deseaba; pero que, con todo eso, por no faltar en obedecelle, le contaría.
Pablo Aquiles era un bendito de Dios. Entregado, por completo, al amor de su mujer, dejaba el gobierno de la casa en manos del cuñado, que mandaba en jefe; éste pagaba las cuentas, recibía los criados, hacía y deshacía, sin consulta ni apelación. De la testamentaría iniciada, era él el albacea, y se entendía con abogados, procuradores y escribanos.
Sí, hija de mi alma, te quiero más que a mi vida... Perdóname. Yo también te quiero a tí... ¡A ellos no! Antes quería a madrina, pero ahora no... ¡Me ha pegado tanto! ¡Si supieras!... Me mordía, me arañaba, me arrastraba por el suelo, mandaba a Concha que me azotase con la ballena, me ataba con una cuerda como a los perros... ¡Calla, calla, que me matas! profirió Luis sollozando.
También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no acababa, porque me tenía mandado que en yéndose el que la mandaba rezar, le tirase por el cabo del capuz. Yo así lo hacía. Luego él tornaba a dar voces, diciendo: "¿Mandan rezar tal y tal oración?", como suelen decir.
El canónigo despidiose de Ramiro, y, al ir a penetrar en la iglesia, un lacayo le detuvo para decirle que el señor de San Vicente le mandaba llamar. La casa estaba a pocos pasos, en el barrio de San Gil.
Hablóse mucho en la comedia representada: el galán era un arzobispo de Toledo que mandaba un ejército; y para no dar lugar á dudas, presentábase siempre con sobrepelliz, pero armado de espada, con botas de montar y espuelas .»
A cada momento, el Nacional, que iba con la capa al brazo, confundiendo su traje vistoso de torero con los vulgares de la muchedumbre, inclinábase sobre el hule de la cubierta de la camilla y mandaba descansar a los portadores.
Un criado vino diciendo, ya bien entrada la mañana, que D. León se estaba batiendo en las barricadas y que mandaba una fuerza considerable, cuya nueva cayó como una bomba en el colegio, produciendo gran perturbación y sobresalto, ya que no sorpresa, entre los alumnos.
Palabra del Dia
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