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Actualizado: 7 de junio de 2025


Nadie había que las guiase, así por lo fragoso del sitio, ni de los cabrerizos frecuentado, como por el temor que inspiraba la maldición del ermitaño, pronto a echarla a quien invadía su dominio temporal, o a quien le perturbaba en sus oraciones. Ya se entiende que este ermitaño, tan maldiciente, era pagano.

28 y la maldición, si no oyereis los mandamientos del SE

Sólo así podría escapar a la maldición que le perseguía quizá desde el vientre de la madre. Caminó incansablemente, empujado como Ashavero, por un viento misterioso que no movía las hojas de los árboles, y que él, con todas sus fuerzas, no hubiera podido resistir.

3 ¿Tan locos sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne? 4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? , pero en vano. 6 Como Abraham creyó a Dios, y le fue atribuido a justicia. 7 Así que conocéis que los que son por la fe, los tales son los hijos de Abraham. 10 Porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo maldición.

El piadoso y malhablado Caragòl no designaba á la mujer por entero, circunscribiéndose á nombrar la parte más interesante de su sexo; pero la maldición era la misma. Ferragut había encontrado la mujer «arreglada á su gusto» y era esclavo para siempre de su suerte.

Me parece que la venganza me aliviaría; pero, ¿qué venganza puede tomar un hombre como yo?... ¡Un hombre como yo!... ¡Maldición!... Quizás es eso lo que ella ha temido y se ha arrojado en brazos de un igual suyo para escapar de un hombre como yo.

El caso es que se ignora por qué se bautizó esta villa, al nacer, con el calificativo de vieja, o si se le dio más tarde a título de mote expresivo. Lo que no tiene duda es que el nombre, o la maldición o lo que sea, le cae a maravilla.

Ó maldicion terrible del Eterno Por qué el lazo rompimos de la union. No hay uno solo de los jóvenes poetas que hoy escriben, que no haya bebido alguna inspiracion en el Canto del Cisne que don Juan Cruz Varela dedicó á Mayo poco antes de morir. Por mi parte, al escribir estos versos he tenido muy presente la siguiente estrofa, que pertenece á ese canto: ¡Oh Dios! no supimos vivir como hermanos!

Recordaba la maldición de Jesús á los ricos, su promesa de que les sería más difícil entrar en los cielos «que un camello por el agujero de una aguja». Y, sin embargo, todos los humanos, desoyendo á Jesús, reclamaban el peligro de ser ricos: todos se exponían sin miedo alguno á las llamas del infierno, por acaparar los bienes de la tierra.

La corte imperial vería en esto una ambición política, un plan para ganar el favor de la plebe, un peligro para la dinastía... Mi buen amigo sería decapitado... Es grave... ¡Maldición! grité. ¿Entonces para qué he venido a la China? El diplomático se encogió de hombros; mas luego mostró en una sonrisa maliciosa sus dientes amarillentos de cosaco: Haga una cosa. Busque a la familia de Ti-Chin-Fú.

Palabra del Dia

rigoleto

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