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Actualizado: 28 de junio de 2025


Ahora bien, señoras mías; ya tienen Vds. lo que les prometí; ya todas se han remozado. Vd. tenía ayer noventa años, ahora tiene cincuenta; Vd. ayer cincuenta, hoy treinta y cinco. Hablando así las despachó a todas tan corridas como puede 30 suponerse.

Deshaciéndose todo en un suspiro colosal, volvió a decir: «Isidora». Esta le miró sin hablarle, fijando en la ciclópea catadura de Bou sus ojos empañados por las lágrimas. Bou sintió que su corazón se partía en una porción de pedazos, y se expresó así con acongojada voz: «Isidora, ya que usted no quiere confiarme sus penas, le voy a confiar las mías.

Justo es que nos separemos porque nuestras miradas deben dirigirse hacia puntos muy distintos; las de Amaury y las tuyas hacia lo futuro, que aún contiene promesas y esperanzas; las mías hacia lo pasado, donde está concentrada mi existencia.

En medio de la noche nos llama y estrecha tus manos y las mías, como cuando estuvimos juntas con él sobre el tablado. Y en el bosque, donde solo los antiguos árboles pueden oir á uno, y donde sólo un pedacito de cielo puede vernos, se pone á hablar contigo sentado en un tronco de árbol. Y me besa la frente de modo que el arroyuelo apenas puede borrar su beso.

General, voy a ausentarme de Estrelsau por algunos días. Todas las noches le enviaré a usted un mensajero. Si durante tres días consecutivos no recibe usted noticias mías, publicará un decreto que dejaré en su poder, privando al Duque del Gobierno de Estrelsau y nombrándolo a usted en su lugar.

Lágrimas mías: ¿por dónde estáis que no corréis a mares?, como cantó el poeta. Unos amores desdichados, . Pero no quiero mentarlos. ¿Cúya es la culpa? ¿De ella? Jamás, jamás, jamás. La culpa es mía. Me enamoré de una beldad tan alta como la blanca Beatriz. Merecida es mi pena, y yo la acepto con júbilo infinito.

Diome el Señor, para compensarme de la ceguera, una memoria feliz, y gracias a ella he sacado algún provecho de las lecturas; pues aunque éstas han sido sin método, yo al fin y al cabo he logrado poner algún orden en las ideas que iban entrando en mi entendimiento. ¡Qué delicias tan grandes las mías al entender el orden admirable del Universo, el concertado rodar de los astros, el giro de los átomos pequeñitos, y después las leyes, más admirable aún, que gobiernan nuestra alma!

Pues arrimada á tal ofrecimiento Crecerá desde hoy mas mi confianza, Creciendo en vuestros pechos ardimiento, Y del viejo vivir nueva mudanza; Vuestras promesas no se lleve el viento, Hacedlas verdaderas con la lanza, Que las mias saldran tan verdaderas Quanto fuere el valor de vuestras veras. Dos Numantinos con seguro vienen A darte, Cipion, una embaxada. Porqué no llegan ya? en qué se detienen?

, Mabel, otra vez estamos de vuelta le dije, estrechando su mano entre las mías y mirándola a los ojos. ¡He descubierto el secreto de su padre! ¿Qué? gritó con ansiosa sorpresa, ¿lo ha descubierto? Dígame lo que es... dígamelo insistió sin aliento.

10 Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y las poseeremos, estando allí el SE

Palabra del Dia

rigoleto

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