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Actualizado: 20 de julio de 2025


Y ¿qué males han llovido sobre usted porque quiso ser bueno y cumplir con su deber? Señor Isagani, dijo el dominico, tendiéndole la mano; aunque parezca que de esta conversacion nada práctico resulta, sin embargo algo se ha ganado; hablaré á mis hermanos de lo que usted me ha dicho y espero que algo se podrá hacer. Solo temo que no crean en su existencia de usted...

Los más insignificantes pormenores de tan hermoso sueño teníalos presentes cual si acabaran de efectuarse. Podría decir cuántas veces había llovido en aquellos quince días, qué había comido y bebido, de qué color eran los pantalones que gastaba.

A Timoteo es a quien le arden las orejas... Diga usted, ¿cómo no han estado ustedes esta tarde en la Castellana? Eso cuénteselo usted a mamá. ¿A mi, niña? exclamó vivamente doña Carolina. ¿Qué estás ahí diciendo? ¿No sabes que tienes padre? Y volviéndose hacía Romadonga: Pantaleón no ha querido que hoy fuésemos a paseo, sin duda temiendo a la humedad por lo mucho que ha llovido estos días.

La Puerta del Sol y la calle de la Montera estaban cuajadas de gente. Había llovido por la noche, y el cielo, plomizo, tocaba casi en la veleta del Principal. La atmósfera, impregnada de vapor acuoso, y el suelo cubierto de lodo.

Se calma la furia del diluvio, sobre todo, después de haberse unido á otros cursos de agua venidos de otras regiones donde no ha llovido, ó por lo menos, no al mismo tiempo.

Sea como vos queráis dijo el joven ; y paréceme que si yo os conociera, sería muy posible, casi seguro, mi enamoramiento. ¿De dónde sois, caballero? dijo la tapada, marchando ni más ni menos que si no hubiera llovido, y se hubiese encontrado junto al hombre de su elección. Soy... pero dispensad, señora; ni comprendo lo que me sucede, ni puedo adivinar el objeto de vuestra pregunta.

«Y qué, ¿qué es? preguntó Jacinta picada de la novelería . ¡Ah! Sagunto, ya... un nombre. De fijo que hubo aquí alguna marimorena. Pero habrá llovido mucho desde entonces. No te entusiasmes, hijo, y tómalo con calma. ¿A qué viene tanto ¡ah!, ¡oh!...? Todo porque aquellos brutos...». ¿Chica, qué estás ahí diciendo?

Una tarde calurosa de fines de abril fuese a dar una vuelta por el camino exterior que corre al pie de los muros. Dejó la ciudad, como de costumbre, por la puerta de Antonio Vela. No había llovido en todo el mes. El valle, con sus panes demasiado mohínos, mostraba, allá abajo, un aspecto sediento y polvoroso.

Y fue ansí, que luego otro día salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la noche antes; y porque el día también llovía, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojamos; mas como la noche se venía y el llover no cesaba, dijóme el ciego: "Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche más cierra, más recia.

El pinche se explicó trabajosamente. Su padre estaba arriba, en Labarga, en una casa de peones, muy enfermo; se moría. Al amanecer había querido levantarse para ir al trabajo como los demás compañeros, pero le ardía la piel, deliraba. El día antes había llovido y se mojó en la cantera.

Palabra del Dia

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