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Á dicha mujer podian aplicarse los versos siguientes de un célebre poeta italiano: Una cautiva que nombrarte temo, Cautiva con el nombre de señora; Una mujer bellísima en extremo Porque es muy bella la mujer que llora. Habia resuelto no nombrarla, para no profanar un sepulcro lleno de misterios y de dolores; pero no quiero dejar á los lectores con esa intranquila curiosidad.

Este, que tiene como mes de Mayo Florido ingenio, y que comienza ahora A hacer de sus comedias nuevo ensayo, GODINEZ es. Y estotro que enamora Las almas con sus versos regalados, Quando de amor ternezas canta ó llora,

Aunque hace más de dos años que perdió a su madre, y más de año y medio que enviudó, Pepita lleva aún luto de viuda. Su compostura, su vivir retirado y su melancolía son tales, que cualquiera pensaría que llora la muerte del marido como si hubiera sido un hermoso mancebo.

Blanca, sin embargo, después de los primeros meses, parecía hastiada ya de los cuidados maternos. Hacía tres meses que no iba a bailes y que no hacía su partida de whist con los amigos de su padre. ¡Era triste la vida así! Esa vida de familia, el bebé que llora de noche, que pide inconsideradamente el sacrificio de las mejores horas de sueño: ¡Oh, qué vida tan insoportable!

»El desairado llora en silencio su desaire, y el victorioso mozalbete goza sin reparo de las incomparables delicias que puede ofrecer aquel tesoro de hermosura.

Digo picante, porque en todas las creaciones de esta sociedad, hay algo que sorprende, que asombra; pero que asombra y que sorprende, con una sorpresa y con un asombro que tienen un no qué que provoca á la risa. Los franceses tienen un patético particular: es mitad patético y mitad ironía: una criatura que llora y rie á un mismo tiempo.

Si algun arte llora en el mundo, desde la creacion hasta nuestros dias, ese arte es el espíritu del monte Calvario, el arte de un espíritu que redime al hombre á precio de martirio, á precio de llanto. ¡Bien haya el rey que amontonó estas piedras, para que vinieran á servir de alcázar á nuevos reyes! ; Luis XIV no es el gran rey de ese palacio; su gran rey es Vernet.

Muy hermosas eran las tierras que había visto Zarandilla, con sus parcelas que bastaban a alimentar una familia. Pero allí había agua en abundancia. Y aquí también gritaba el viejo. Ahí tienes la sierra, que asín que caen cuatro gotas, llora por toos los costaos.

Es María, la egida y el amparo del que en la tierra infortunado llora; y es en el mar el encendido faro enmedio de tormenta aterradora. La que invoca el marino en sus azares, cuando el azote de huracán violento, las olas de los mares, amenazan trepar al firmamento.

Más allá, los mayores, estudiantes de facultad que lucen calcetines de seda y zapatillas bordadas, se entretienen en hacer rabiar á los pequeñuelos tirándoles de las orejas, ya rojas de tanto recibir papirotazos; dos ó tres sujetan á un pequeñito que grita, llora y defiende á puntapiés los cordones de su calzoncillo: cuestion de ponerle como cuando nació... pataleando y llorando.