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Actualizado: 7 de junio de 2025
Las comadres del barrio corrían para contemplar de cerca al capitán, deslumbrante de bordados de oro, con un coselete de metal bruñido y un casco del que se derrumbaban en cascada las plumas blancas, reflejando sobre la limpidez de su acero todas las luces de la procesión. Era una fantasía suntuaria de pielroja; un traje principesco tal como lo podría soñar un araucano ebrio.
Milagro fué que, con estos ejemplos y esta educación, no salieran peores de lo que eran Jacinto y Angelita; en cuanto a Susana, la santita de la casa, nada podía enturbiar la limpidez de su alma angelical, ni alterar la esencia de su carácter: entre espinos y guijarros nacen así, flores delicadas. Y no eran los celos, la sola piedra de escándalo entre marido y mujer.
La Historia, la verdadera Historia, cuya fría limpidez contrastaba con la intrincada maraña de prodigios de los cronicones leídos en la niñez, abatió gran parte de sus creencias. El catolicismo no fue ya para él la religión única.
El perfil de rocas y nieves resalta con limpidez en el cielo azul; á pesar de la distancia enorme, el monte, azulado también como las profundidades aéreas, se dibuja con todos sus relieves de aristas y promontorios; distinguimos los valles, las quebradas, los precipicios; á veces, al ver un punto negro que se mueve lentamente en la nieve, hasta podemos, con auxilio de un catalejo, conocer á un amigo que trepa á la cima.
Lagos numerosos, interminables cordilleras de montañas, caprichosamente cortadas, valles por todas partes de eterna verdura, praderas espaciosas y torrentes artísticos, cascadas, y bosques de árboles, paisajes risueños sembrados de elegantes y ligeras quintas esparcidas por todo el pais: los históricos Alpes coronados de blanquísima nieve, la limpidez de los rios que corren por su centro; todos estos accidentes bellísimos que la naturaleza ofrece por todas partes en Suiza, forman un conjunto delicioso, orígen de las seductoras descripciones que en tantos libros se encuentran de ella.
Esta confianza llegó a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos así lo pensó el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar momentáneamente la limpidez de su conciencia. Un día le habló de sus apuros económicos.
El agua saltaba en las fuentes y corría por los pilones murmurando; oíanse alegres voces de niños en lo interior del edificio; gorjeos de ruiseñores y jilgueros en los árboles, y más allá, pasada la verja, ni niños, ni agua, ni flores, ni pájaros... Una llanura estéril, un pueblo de barracas; y allá en el horizonte, lejos, lejos, Madrid, la corte de España, asomando sus cúpulas y sus torres entre esa neblina que pone más de relieve la limpidez de la atmósfera, esa especie de vaho que se levanta de las grandes capitales, semejante a las emanaciones de una hedionda charca.
Por el lado del naciente se veían como apoyados al suelo en el límite del horizonte espesos y multiformes cúmulos parduscos sobre los cuales brillaba Júpiter parpadeante y sólo en la infinita limpidez del cielo.
Palabra del Dia
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