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Actualizado: 24 de julio de 2025
También cortó un blanco pergamino a vueltas y a ondas, a la traza y manera como cuando se enclavijan las manos y en los dedos se escribe alguna cosa, que estando enclavijados los dedos se pueden leer, y después de apartadas las manos queda dividida la razón, porque se dividen las letras, que en volviendo a enclavijar los dedos, se juntan y corresponden de manera, que se pueden leer continuadamente: digo que el un pergamino sirve de alma del otro, y encajados se leerán, y divididos no es posible, si no es adivinando la mitad del pergamino; y casi toda la cadena quedó en mi poder, y todo lo tengo, esperando el contraseño hasta ahora, puesto que ella me dijo que dentro de dos años enviaría por su hija, encargándome que la criase, no como quien ella era, sino del modo que se suele criar una labradora; que la perdonase el no decirme su nombre, ni quién era; que lo guardaba para otra ocasión más importante.
Y, á la verdad, si se hubiera limitado á dar en el blanco, si sólo hubiese sido certero y si su ingenio no hubiera volado muy por cima del objeto á que por reflexión quería dirigirse, Cervantes sólo hubiera escrito un libro que ya no leería casi nadie y no el libro inmortal que leerán y releerán siempre todas las personas de buen gusto, ya en lengua castellana, si la saben, ya en cualquiera otra lengua en que se traduzca medianamente.
Así de las tres cuestiones: hay certeza; en qué se funda; cómo se adquiere; la primera está resuelta en un mismo sentido por todas los escuelas, en cuanto se refiere á un hecho de nuestra alma; con solo admitir las apariencias admitian la certeza de ellas. Creo que los leerán con gusto todos los amantes de una metafísica sólida y profunda.
Descansa en esa almohada Con la frente coronada De laurel; Y no te importe que el hombre No haya gravado tu nombre Con cincel. Porque un dorado letrero Se compra por el dinero Con baldon; Mas no se compra la gloria, Ni en el templo de la historia La mansion. Tú has dejado tus canciones Que á nuevas generaciones Pasarán, Y que ante el génio postrados Nuestros hijos estasiados Leerán.
Cuando hoy leemos esos versos, la monotonía del ritmo, la violencia de las imágenes, la exaltación continua y cierta ingenuidad chocante con nuestro intelecto refinado, nos hacen admirar el entusiasmo de nuestros padres y atribuírlo simplemente a las circunstancias. Algo así sucede con Gutiérrez González, aunque sus versos se leen hoy y se leerán siempre con placer.
Con particular interés se leerán los sainetes en que las pesadas tragedias, á la manera francesa, con su glacial retórica, sus afectos convencionales y sus sucesos sangrientos por frívolos motivos, se ponen en ridículo en ingeniosas parodias. Tales son El marido sofocado, El muñuelo, La Zara y Manolo.
Palabra del Dia
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