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Actualizado: 22 de junio de 2025


El sol, como un globo de fuego, incendiaba las olas en que iba á sumergirse. Una hora más, y la noche vendría á proteger la fuga con sus sombras benéficas. Pero había que aguardar una hora y ya las cuadrillas de guardianes canacos, lanzadas sobre la pista del fugitivo, debían estar registrando las dunas.

En el curso de un año, la playa cambiaba de vecinos; los laúdes ya reparados se hacían a la mar y las embarcaciones de pesca eran armadas y lanzadas al agua; sólo una barca abandonada y sin arboladura permanecía enclavada en la arena, triste, solitaria, sin otra compañía que la del carabinero que se sentaba a su sombra.

Ofrecióse naturalmente a la inteligencia entre tantos incentivos de investigación, el de los bajeles con que quedó rota la barrera temerosa del Océano, vehículos en que el insigne almirante y la gente española llevaban la Cruz civilizadora y habían de traer el conocimiento de un Hemisferio ya ligado al viejo; vehículos por muchos considerados malas barcas desprovistas de cubierta; por no pocos estimados como Fustas incapaces casi de navegar, y por los más y más entendidos, embarcaciones pequeñas y toscas de estrafalaria forma, lanzadas á merced de las olas con insuficientes medios de propulsión y de gobierno.

Nuestro valiente capitán está furioso porque hemos cruzado los montes sin andar á flechazos ni lanzadas, pero ó mucho me engaño ó esta campaña de Castilla le proporcionará tantas ocasiones de combatir como pueda pedirle el cuerpo, antes de que volvamos á emprender la marcha hacia el norte.

El recuerdo de Gualicho, diablo enredador que perturbaba á los indios con sus tretas, obligándolos á montar á caballo para perseguirlo á lanzadas y golpes de boleadora, pasó por su memoria. De continuar Elena en el mundo viejo, hubiese sido una de tantas mujeres temibles que se ven refrenadas y neutralizadas por la vecindad de otras semejantes á ellas.

También Grecia hablaba de su Parnaso, cuyas piedras, lanzadas al limo del diluvio, se convertían en hombres. Hasta en Francia hay montañas donde se paró el arca; una de esas cumbres divinas es Chamechaude, cerca de la gran Cartuja de Grenoble: otra es Puy de Progne, dominador de las fuentes del Ande. El mito es, pues, constante; de las altas cimas es de donde han bajado los hombres.

Las acusaciones lanzadas contra ellos y la multitud de enemigos acérrimos que tuvieron, primero entre los protestantes, después entre los jansenistas, y, por último, entre los librepensadores, redundan en cierto modo en elogio de los jesuítas, ya que prueban el extraordinario poder y la importancia que tenían.

En la Edad Media, por ejemplo, ya en una encrucijada, ya en abierto palenque, topaba un caballero andante con otro, y para probar la bizarría respectiva o para hacer confesar al contrario, que su dama era la más hermosa, o por quítame allá esas pajas, se arremetían ambos con furia y se daban de lanzadas.

No bien había caminado una legua, cuando oyó llorar á una niña en una casa de palma; quiso bautizarla, mas fué muerto á lanzadas por su padre llamado Matapang y por Hirao, vecino de aquel. Después de muerto fué arrastrado hasta la playa, arrojando su cuerpo en los arrecifes de la costa del Pico de los Amantes.

La misma montaña parece vacilar sobre su enorme base. ¿Y qué es del pobre viajero, cogido en el torbellino de la tempestad que ruge en las elevadas cumbres? Las agujas de hielo, lanzadas contra él como flechas, le dan en la cara, amenazan cegarle y penetran hasta en sus ropas; envuelto en resistente abrigo, cuéstale trabajo defenderse contra ellas.

Palabra del Dia

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