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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Godfrey reapareció en el salón blanco con los pies secos, y, puesto que hay que decir la verdad, con un sentimiento de alivio y de alegría, sentimiento demasiado intenso para que los pensamientos dolorosos pudieran combatirlo.
Un ostricario moreno, enjuto, de ojos de brasa y enormes bigotes, tenía su puesto en la puerta del restorán, ofreciendo mariscos de intenso olor, que tal vez habían echado media semana en ascender desde la ciudad á las alturas del Vomero.
En los primeros momentos, su fisonomía seria y meditabunda le hacía parecer de mayor edad de la que tenía realmente; pero, cuando se le examinaba con más atención, se descubría en sus ojos, de un azul intenso, un brillo de juventud y de pasión que se contradecía con la precoz madurez de sus rasgos.
Aproximó mi mano a sus labios, y preciso es que la naturaleza humana tenga un gran fondo de perversidad, porque este homenaje me causó un placer tan nuevo, tan intenso y tan perfecto, que tuve la idea impropia de... ¡Dios mío, lo diré! Después de la partida del señor de Couprat viví varios días en una especie de beatitud que me sería difícil describir.
Rafaela llevaba en brazos el chico. Como a fines de Diciembre son tan cortos los días, cuando salieron de la casa ya se echaba la noche encima. El frío era intenso, penetrante y traicionero como de helada, bajo un cielo bruñido, inmensamente desnudo y con las estrellas tan desamparadas, que los estremecimientos de su luz parecían escalofríos. En la calle del Bastero se insurreccionó el Pituso.
Después de una larga permanencia en países brumosos y fríos, admiraba el cielo de intenso azul, el sol invernal de suave oro, y se hacía lenguas de la dulzura de la vida en este país tan... «pintoresco». La entusiasma la llaneza de nuestras costumbres. Parece una inglesa de las que vienen en Semana Santa. ¡Como si no hubiese nacido en Sevilla! ¡Como si la viese por primera vez!
A estas noticias, esparcidas primero cautelosamente, y luego en violentos impresos, respondió la comarca con intenso desasosiego.
Los personajes no se ocultan a sus atisbos de observador, que sin abstraerse jamás, logra adueñarse a veces de todo un carácter, merced a un sólo rasgo distintivo. De ahí que el novelista llegue a objetivarlos con intenso calor de humanidad.
Un sentimiento que no puedo definir. Y así era. El dulce estertor de la naturaleza bajo el beso primaveral, aquel intenso perfume de la flor emblema de la virginidad, la transfiguraba.
ELECTRA. Es usted poeta, señor de Pantoja, y me gusta oírle. Hija mía, voy a dar a usted la explicación del cariño intenso que habrá notado en mi. ¿Lo ha notado? ELECTRA. Sí, señor. PANTOJA. Explicación que equivale a revelar un secreto. PANTOJA. Calma, hija mía. Oiga usted primero lo que es para mí más dolorosa. Electra, yo he sido muy malo. ELECTRA. Pero si tiene usted opinión de santo!
Palabra del Dia
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