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Actualizado: 29 de junio de 2025
Así cuentan de un tal indio llamado Ignacio que no sabe vivir sin andar en busca de infieles y ganando almas á Cristo; y el P. Juan Bautista de Zea, en su ida á los Zamucos, le escogió por capitán de los demás, y á él singularmente fiaba los negocios más graves del bien de aquella gente.
Sin saber por qué, sintió la necesidad de deslumbrar con un embuste al simple lego, el cual parecía convencido de que la humanidad entera se interesaba por las cosas de la Orden, sin que ni un solo hombre ignorase dónde estaba el cuerpo de San Ignacio. ¡Ah! ¡El señor ha estado en Roma! exclamó el hermano mirándolo con cierta admiración, como si de repente creciese ante sus ojos.
En el techo pintado al fresco, veíanse las figuras de San Ignacio y los Padres más famosos de la Compañía, todos entre nubes, revoloteando camino del cielo.
No muy bien... contestó Ignacio, nublado más que de costumbre el ceño . Padece mucho.... Cuando la dejé estaba, sin embargo, más aliviada. Con su vuelta de usted se pone buena del todo.
Deduzco yo de aquí que toda la picardía de la señorita Eulalia y su doblez y sus embustes eran indispensables, para que el pundonor, la honradez, el candor y la inocencia de Ignacio apareciesen de realce, como punto luminoso y lleno de hermosura sobre el fondo obscuro del cuadro.
En el pórtico de la iglesia de San Ignacio Miní hay tres de estas losas, que la mayor tiene más de quince pies de largo y diez de ancho, y las otras dos son poco menores. Otra especie de piedra hay muy tosca, pero facilísima de labrar, y según su peso y algunas señales de ella parece vena de fierro, y es la que más comúnmente se emplea en las paredes de los edificios.
Anunciaba su llegada próxima, refiriendo a la vez algunos pormenores de su elegante vida en el castillo de Ceyssat, y entre varias noticias daba la de la muerte de la madre de Ignacio Artegui, que Anatole le había contado, creyendo que le interesaría por tratarse de un compatriota.
Por el Reverendo Padre Prefecto de Bethelemitas, Fray José Vicente de San Nicolas, se dijo: Que se conformaba en todo con el voto del Sr. D. Manuel José de Reyes. Por el Reverendo Padre Maestro, Fray José Ignacio Grela, se dijo: Que ha fenecido la autoridad del Exmo. Sr. Virey: que esta debe recaer en el Exmo.
Fray Ignacio la estima a usted tanto que no se cansa de elogiarla... y eso que no tiene la manga muy ancha, como usted sabe... A estas horas ya debe de estar en la sacristía el santo varón aguardando a la gente. ¡Qué salud tiene!... Parece que Dios lo hace... No come, no duerme, no descansa un momento... y, sin embargo, cada día está más fuerte y con más ánimo para servir a Dios... No sé cómo puede pasar tantas horas en el confesonario sin tomar alimento... Sólo el Señor puede darle fuerzas.
Y porque todo esto sucedió, como dije, en el día consagrado á N. P. S. Ignacio, puso el P. Arce la Reducción debajo de su patrocinio. Mientras que las cosas corren aquí con algún viento favorable, me es preciso dar una sucinta relación de la provincia de los Chiquitos, en que al mismo tiempo se fundó, aunque con fin más feliz, una nueva cristiandad, y será el blanco principal de esta mi Relación.
Palabra del Dia
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