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Actualizado: 14 de noviembre de 2025


Hubiese querido hablar con abandono y ligereza, saber hacer chistes y comparaciones y echármelas de Tenorio. Hasta se me ocurrió abandonar el mar y hacerme comerciante, o por lo menos empleado. Ya no pensaba en islas desiertas ni en hacer de Robinsón; mis ideales eran otros. Quería transformarme en un andaluz flamenco, en un andaluz agitanado.

Forman la parodia de los héroes; repiten en tan baja esfera las acciones, que en aquéllos obedecen á motivos ideales, y lo sublime se trueca en ridículo; todo su ingenio, sus ideas y sentimientos, así como las situaciones y diversas relaciones, que ocurren en la intriga capital, se convierte en motivo cómico y burlesco.

Cantaba un anciano junto a un confesonario, con voz temblorosa, grave y dulce... olvidado de las fatigas del trabajo a que el hambre le obligaba, contra los fueros de la vejez. Cantaba todo el pueblo y el órgano, como un padre, acompañaba el coro y le guiaba por las regiones ideales de inefable tristeza consoladora, de la música.

No, no he sido joven, porque jamás he gozado de las puras alegrías de la juventud, de los éxtasis apasionados del primer amor, de las dulces zozobras que trae consigo, de los placeres ideales... Siempre contrariada en mis sentimientos, en las afecciones de mi corazón... El mundo, los parientes, las circunstancias, me obligaron a casarme muy joven con un hombre a quien no quería.

Y así como Adriana misma, mientras hablaban y reían con ligera locuacidad sobre temas con frecuencia pueriles, soñaban interiormente sus cosas ideales; y como ella, también, vivían sin dejar transparentar el mundo de imágenes amorosas y de suaves ideas que las encantaban en la cotidiana meditación. Alguna vez, cuando atardecía, abrían los balcones, que daban sobre la Avenida Quintana.

Los combatientes de América batallaban por ideales simples y robustos: el derecho á la vida de los débiles, la dignidad y la libertad de los hombres, la desaparición de las guerras, la inteligencia entre los pueblos, el derecho soberano reglamentando la vida de las naciones; cosas que hacían sonreir poco antes á los escépticos del viejo mundo.

Lo mismo que la fortuna: palabras vacías de sentido con que trata el hombre de descargar en seres ideales la responsabilidad de sus desatinos; las más veces, nada. Casi siempre el talento es todo. No hay cosa como una Junta, si se trata, sobre todo, de juntarse aquellos a quienes Dios crió.

En donde menos se piensa se esconde la reacción fijando su ojo de tigre...» Tiene razón, tiene razón. Está muy bien comparado. «... ojo de tigre... en la libertad, para estrangularla. Los más temibles son los que, llegados a la cima del poder, hacen traición a sus antiguos ideales que les sirvieron de pedestal para escalar las grandezas...»

Pero pasó el tiempo, y con él el espiritismo de Melchor, dejando el puesto a otros ideales más prácticos. Veía transcurrir los años sin que sus medios pecuniarios estuvieran en armonía con sus pretensiones, ni con aquel porvenir brillante que su buena madre le anunciaba. El no era rico, pero era preciso parecerlo; es decir, vestirse como los ricos, tratar con ricos.

Los falsos antiguos ideales de la Edad Media habían caído por tierra como ídolos quebradizos, desbaratados y rotos bajo los certeros golpes del cetro de hierro de los nuevos soberanos. Morsamor no acertaba a descubrir nuevos ideales: nuevos objetos, término y meta de la ambición humana.

Palabra del Dia

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