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Actualizado: 16 de junio de 2025
Un día vió en las calles de Marsella una manifestación popular en favor de la paz, que equivalía á una protesta contra el gobierno. Los viejos republicanos en lucha implacable con el emperador, los compañeros de la Internacional que acababa de organizarse, y gran número de españoles é italianos huídos de sus países por recientes insurrecciones, componían el cortejo.
Inciso y Espeluca, mal heridos Quedaron, y confusos de este trance, Por ver los enemigos ya huidos, Sin que ellos puedan irles en alcance; Que el Capitan prohibe sean seguidos, Diciendo que bastaba el bello lance, Y que del hecho suyo, fama y gloria Merecen, pues quedaron con victoria.
Los dos indios encontraron de allí á algunas leguas á los huídos, y por más que hicieron, sólo les pudieron reducir á que bajasen donde estaban los Padres. Procuraron éstos que volviesen á la Reducción; mas sólo consiguieron por entonces esperanzas de que se volverían acabada la peste.
La noche siguiente inviaron al mismo por ver si estaban allí los barriles; no hallándolos, pasó adelante; vió salir del campo de los enemigos nueve caballos con dos antorchas encendidas; metiéronse adentro, en la isla; él se acercó á sus trincheas sin que nadie le sintiese ni viese; había gran silencio en el campo; parescióle que dormían todos; tocóles arma y vió que acudían todos á la marina huídos.
En el Ibiaza, pues, se ha recogido, Como digimos, maiz y frijoles, Y habiendo los huidos convencido, Apresta Juan Ortiz sus españoles Para salir de allí; y no ha partido, Cuando un gran temporal vereis, y dióles En medio una laguna que pasaban, A donde seis soldados se ahogaban.
Volvámonos desde mañana, desde hoy, si es posible, a Sevilla. Puede que hasta te lo agradezca yo mucho... Créeme, papá, porque te lo digo de todo corazón... ¡Eso es! dijo Bermúdez casi aplanado ya , huidos... ¡huidos, Nieves!... ¿Y de qué... o de quién, hija mía? ¿Del pobre mejicanillo? Tiene muy poca sombra ese para infundirte tanto miedo.
El sol se acercaba lentamente á las cumbres de la Vara, encima de Canzana: pronto les daría el beso de despedida. Andaban por el campo de la fiesta bastantes mozos de Villoria y Tolivia y algunos de Entralgo, pero desparramados, mustios y con apariencia de huídos.
En ella mandaba, de órden del Rey, que pena de la vida, no pasase el general adelante, sino que esperase nuevas órdenes en el pueblo de los Guapás. Cuya detencion fué, porque temia Gasca que si entrásemos en el Perú, y se movia alguna sedicion contra él, nos juntaríamos con los secuaces de Pizarro que andaban huidos; como sin duda hubiera sucedido, si nos hubiésemos juntado.
Palabra del Dia
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