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Por el contrario, las que se casan tarde, no pueden vivir lo preciso para dejar á un hijo establecido y colocado, de donde resulta frecuentemente que los huérfanos tienen que ser presa de los hospicios, de los hospitales; de la miseria, de la ignorancia y del vandalismo.

Se ven los grandes hospitales al lado de los grandes bancos; los hospicios repletos de gentes socorridas cerca de los almacenes repletos de mercancías, y las escuelas primarias y de artes y oficios á pocos pasos de las colosales fábricas. Todo eso establece el conjunto romántico de la vida y la muerte, de la opulencia y la desventura, de la especulacion y la caridad.

Florencia tomó la iniciativa de la caridad sobre la Europa, creando hospicios antes de la Era 1000. En 1287, cuando la divina Beatriz inspiró al Dante, fundaba su padre el de Santa María Nuova. Lutero, en su excursión, poco favorable á Italia, no puede menos de admirar sus hospitales y las lindas señoras italianas que, sin curarse de la gloria, asistían en ellos á los enfermos.

El aislamiento en que la naturaleza habia tenido á los pueblos suizos, ántes de las invenciones modernas de la industria en materia de comunicaciones, les habia hecho comprender que debían sacar toda su fuerza de ellos mismos. Por eso ha sido tan profundo y general en Suiza el sentimiento de fraternidad, que se manifiesta en los numerosos hospitales, hospicios y otros establecimientos análogos.

Si en la misma Italia, maestra de ellas, cuando en Italia dominamos, levantamos templos, castillos y palacios, erigimos monumentos y fundamos obras piadosas, hospicios y colegios, como de ello dan testimonio Napóles, Palermo, Mesina, Bolonia y otras ciudades, sin excluir á la misma Roma, ¿qué no haríamos y qué no hicimos en América, donde en resumidas cuentas no había nada, ó si había algo, respondía á un estado incompletísimo é inicial de cultura, como podría ser el del centro del Asia, tres ó cuatro siglos antes de que saliese Abraham de su patria, Ur de los caldeos?

Posee una considerable biblioteca, una sociedad económica, un liceo, varios institutos notables de enseñanza y artes, una caja de ahorros en prosperidad, y como diez y seis hospitales, hospicios é institutos de caridad y beneficencia. Por demás es decir que las iglesias abundan, como abundaron fabulosamente los conventos.

En suma, don Braulio, melancólico por temperamento, poco favorecido de la fortuna, y enamorado y celoso sin saber de quién, deliraba acaso forjando teorías; pero no dejaba que dichas teorías trascendiesen a la práctica, y parecía, a la vista del más lince, como un empleado modesto, que sabía todo cuanto importaba saber y hacía cuanto importaba hacer para ganar el sueldo en conciencia y no estafar al Tesoro público o tomar las oficinas por hospicios destinados a gente de levita o a mendigos de privilegio.

Y mientras tanto, los innumerables conventos, dueños de más de la mitad del país y únicos poseedores de la riqueza, mostraban su caridad repartiendo la sopa a aquellos que aún tenían fuerzas para ir a buscarla, y fundando hospicios y hospitales, donde la gente moría de miseria, pero segura de entrar en el cielo.

De ahí esa prodigiosa abundancia de museos, bibliotecas, colecciones científicas, hospicios y hospitales, colegios, escuelas especiales y escuelas primarias que se encuentra en Suiza; de ahí tambien la excelencia de las carreteras que surcan el país en todas direcciones, la multiplicidad de ferrocarriles, el buen servicio de correos y telégrafos, y el esmero que se tiene porque las oficinas y los establecimientos públicos tengan una residencia material digna y agradable.