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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Levantóse entre ellos alarido disforme, y sacando las dagas, lo juraron, poniendo las manos cada uno en un borde de la artesa; y echándose sobre ella de hocicos, dijeron: "Así como bebemos este vino, hemos de beber la sangre a todo acechador." "¿Quién es este Alonso Alvarez pregunté , que tanto se ha sentido su muerte?" "Mancebo dijo el uno lidiador ahigadado, mozo de manos y buen compañero.
No es, pues, de extrañar que resbalase doña Nicolasita y diese en el suelo de hocicos. Gracias a las dos libras de yemas que se interpusieron entre su cara y las piedras no se despampanó la pobre. Sólo se hizo en la frente el chichón ya mencionado. Su terror fue inmenso y causa de su desmayo.
Los perros, atraillados para el camino, fruncían aún sus hocicos en ristre, como si se dispusiesen a volver a lanzarse a los tallares del soto.
Pues bien: a él: la opinión, la verruga; duro en sus defectos. ¿Qué entenderá él de achaque de tabacos, si escribió en los periódicos de entonces, si el año 8 jugaba a la pipirijaina o a la pata coja? ¿Pero adónde vamos a parar?... A la tetilla izquierda, señor: usted no se desanime: ¿le coge usted en un plagio? El texto en los hocicos, el original, y ande. ¿Sabe usted algún cuento? a contársele.
No le tenga lástima, señorita; es un diablillo, más travieso que un mico.... Lo que no hice yo para enseñarle a leer y escribir, para acostumbrarle a que se lavase esos hocicos y esas patas.... ¡Ni atándolo, señorita, ni atándolo! Y está más sano que una manzana con la vida que trae. Ya se ha caído dos veces al estanque este año, y de una por poco se ahoga.
¿Sí?... Pues veremos si su marido de usted lo niega igualmente, cuando todos los periódicos de Madrid publiquen esta carta. Y el buey Apis sacó una de su bolsillo, que puso extendida ante los ojos de Currita, como si pretendiese cumplir su bestial amenaza de refregársela por los hocicos.
Caminaban tambaleándose cuando creían marchar en línea recta; se detenían los dos al mismo tiempo en ciertos sitios, sin saber por qué. Su tardo paso ponía en conmoción las «villas». Los perros de los jardines ladraban furiosamente á los intrusos, incrustando sus hocicos entre los hierros de las verjas.
Al verse en alta mar, sus proas, como hocicos inteligentes, husmeaban el horizonte, adivinando el sendero a través del infinito.
Yo esperaba, dixo Panglós, discurrir con vos acerca de las causas y los efectos, del mejor de los mundos posibles, del origen del mal, de la naturaleza del alma, y de la harmonía preestablecida. En respuesta les dió el derviche con la puerta en los hocicos.
Ya tienes otro siete en los calzones que te remendé ayer. ¿Qué has hecho de la perra gorda? ¿Te has comprado más caramelos en la cantina?... Pero mire usted, don Isidro, ¡qué sucio y qué hermoso! ¡Guarro!... ¡Cochinote!... ¡Ham!... ¡ham! Deja que te muerda esos hocicos de cerdo de leche.
Palabra del Dia
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