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Actualizado: 23 de junio de 2025
Cuando hayamos, en fin, comprendido á la fuente con exacta perfección, entonces será nuestra fiel asociada en la obra de embellecimiento del globo; entonces apreciaremos prácticamente su encanto y su belleza, y nuestras miradas no serán ya de infantil admiración.
«Un distinguido escritor se queja de que los españoles hayamos adoptado la costumbre inglesa de ponerle una hache al te. Por mi parte, y aunque he vivido varios años en Londres, desconozco totalmente esta costumbre. En la gran metrópoli he tomado te de la China y te de Ceylán. He tomado te con leche y te con limón.
Ese redondel de metal se llama espejo. En la ciudad cada persona tiene uno, por más que nosotros, aquí en el campo, no los hayamos visto hasta hoy. Encantada la mujer con el presente, pasó algunos días mirándose a cada momento, porque, como ya dije, era la primera vez que había visto un espejo, y por consiguiente, la imagen de su linda cara.
Hemos recorrido, ya deteniéndonos más largo tiempo, ya desflorándolos ligeramente, los dominios casi inmensos de la dramática española durante su edad de oro. ¡Ojalá que hayamos logrado ofrecer al lector una imagen viva de esta región, hasta aquí estimada en mucho menos de lo que vale, y fijar su atención en la abundante mies que la llena, y en sus campos poéticos, que nos brindan con tan variados placeres!
Quiero conceder que cuando hayamos leído la carta dirigida a sor Ana Brighton, en esa hoja escrita por la Condesa dos horas antes de su muerte, encontraremos que no solamente no hablaba de morir, sino que, por el contrario, expresaba su certidumbre de una felicidad inmediata. Pero hoy por hoy, si la lógica ha de valer algo, tenemos que creer en el suicidio.
Se presenta á nuestros ojos un objeto cualquiera, y si está á la correspondiente distancia y con la luz suficiente, juzgamos luego de su tamaño, figura y color; quedándonos muy seguros de la verdad de nuestro juicio, aun cuando en nuestra vida no hayamos pensado en las teorías de las sensaciones, ni en las relaciones de nuestros órganos entre sí y con los objetos externos.
Desde hace tres meses se me predica la tranquilidad y la calma, y no he sabido aprovecharme, como veis, de los consejos. ¡Comamos, señor cura! Me quité los guantes y la capa y por uno de esos cambios repentinos, desde algún tiempo frecuentes en mi, me eché a reír y me senté a la mesa alegremente. Conversaremos cuando hayamos comido, mi querido cura, estoy muerta de hambre.
Como ya estarán ustedes enterados de que la casa de Anguita viene hace tiempo en decadencia y se encuentra en el día bastante escasa de metales preciosos, no extrañarán ustedes que, con harto dolor de nuestro corazón, porque somos muy artistas, hayamos tenido que prescindir de él. Si a ustedes les acomodara que lo hubiese para bailar, con abrir una suscripción y pagarlo estaba todo resuelto.
«Como hermanos i personas de nuestra lei á quienes igualmente nuestra desventara toca, os damos parte de lo que acá pasa, para saber vuestro parecer é con él determinarnos á lo que hayamos de seguir; i es que el rei de España de poco acá ha dado en hacernos grandes fuerzas é violencias, especialmente nos profana nuestras sinagogas, mata nuestros hijos, toma nuestras haciendas; i lo peor es que manda que dentro de cuatro meses ó seamos cristianos, ó salgamos de sus reinos.
Pero á la verdad, en el asunto de este odioso símbolo, tiene razón. Debo sufrir este tormento todavía algún tiempo, unos cuantos días más, hasta que hayamos dejado esta región y la miremos como un país con que hemos soñado. La selva no puede ocultarla. El océano recibirá la letra de mis manos, y la tragará para siempre!
Palabra del Dia
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