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Actualizado: 15 de junio de 2025


Aquella fantasmagoría desapareció; el telón de niebla cayó sobre la fachada de la Bolsa, y quedaron ocultas las figuras del sombrío drama, que la imaginación del comerciante acababa de hacer representar. Míster Robert levantó su brazo, cual si lanzara un anatema, y exclamó: ¡Garito amparado por las leyes, ladrón de haciendas, yo te maldigo!

Que he tenido soplo que está aquí en este garito de los pobres, y no me ha de salir ninguno deste aposento hasta reconocellos a todos, porque me importa hacer esta prisión.

Yo estoy siempre fuera, y no quiero que durante mi ausencia se convierta esta casa en un infame garito. Clara no podía creer aquellas palabras. Ya sabemos que era poco ducha en contestar cuando el terrible anciano la reprendía. Y esta vez su honor ofendido no encontró tampoco las palabras que en aquella situación convenían.

Otra noche, uno de los amigos del doctor, momentos después de abrazarle y marcharse del Babilonia, fue desvalijado y asesinado en un garito. Algunos años antes, el doctor había conocido allí a su enfermo Petrov; en aquella época, Petrov llevaba una linda perilla, reía, derramaba vino en los floreros y cortejaba a una hermosa bohemia.

Los pobres y las pobras se escarapelaron viendo la justicia en su garito, y el verdadero Diablo Cojuelo, como quien deja la capa al toro, dejó a Cienllamas cebado con el pobrismo, y por el caracolillo se volvieron a salir del garito él y don Cleofás.

El no era jugador, y sólo su interés por algunas mujeres le había hecho pasar las noches en esta sociedad elegante, que, como muchas de su clase, no era mas que un garito. Los salones resultaban pequeños después de media noche; se caminaba pisando colas de vestidos femeninos; había que valerse de hábiles deslizamientos para pasar entre los grupos.

Este es dijo el Duque señalando a Piedepalo ; que nosotros, ni hombres como nosotros, no hemos de defender de la justicia a hombres tan delincuentes; tomando venganza de algunos embustes que les había hecho en las limosnas de la sopa de los conventos; y agarrando con él Chispa y Redina, comenzó a pedir iglesia a grandes voces Piedepalo que en un bodegón hiciera lo mismo, queriendo dalles a entender que era ermita, y no garito, donde estaban, y que todos y todas habían venido a hacer oración a ella.

Pero no extraño tus desvaríos continuó Elías: el desorden cunde por todas partes. ¿Qué mucho que estos pedantuelos de aldea tengan tales humos, cuando los sabios de la ciudad ofenden el sentido común con sus ridículos debates? Sin duda algún garito de Zaragoza ha sido el primer teatro de tu petulancia.

El había entrado una vez, en compañía de otro mancebo, a un garito próximo a la Puerta del Puente, donde acudían a diario muy principales caballeros de la ciudad.

Palabra del Dia

deshice

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