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Actualizado: 3 de junio de 2025
Digo, pues, que este Pepe Guzmán entretenía aquella noche a Nica Montálvez cuando se acercó a ella su amigo Gonzalo Quiroga con la consabida embajada, y añado, para decirlo pronto, puesto que ha de saberse más tarde o más temprano, que el tal Guzmán era aquel algo que Verónica exceptuaba de los molestos arrullos amorosos que pasaban sobre ella, sin sentirlos, como el viento sobre las rocas; aquel «algo en que detener la imaginación y con que apacentar los deseos, que existía en el ancho círculo de sus relaciones sociales». Y es de saberse también que, a aquellas fechas, aún no se habían cruzado los primeros fuegos de la batalla entre la dama y el galán.
Este desdichado se encuentra entonces entre dos fuegos: el de las persecuciones de la tía y el de los celos de la sobrina. En vano intenta alejar de sí las bodas que le amenazan, empleando diversas estratagemas; en vano se hace insoportable á la vieja loca, porque el momento terrible se acerca á paso rápido.
Unas veces firmaba con su nombre, otras con cualquier gracioso pseudónimo o anagrama. Celebraban los mareantes una fiesta en honor de San Telmo: don Rosendo escribía inmediatamente su carta al Progreso de Lancia o a La Abeja, describiendo la verbena, los fuegos artificiales, la misa, la procesión, etc.
Tenía fuero de enferma y nadie se lo tomaba a mal. Isidorito levantose silenciosamente y fue a arrimarse a la puerta del gabinete. Desde aquella posición inexpugnable comenzó a lanzar miradas abrasadoras, largas y profundas sobre la señorita de Morí, que recibió los fuegos de la batería con una calma heroica.
Si S. M. viniese alguna vez por esta ciudad, y los gremios y cuerpos tratasen de hacer algunos festejos se les debia hacer entender, que mas que unos fuegos pasageros, unas luminarias improductivas, seria acceptable á S. M. la reconstruccion de una parte de estos adornos.
TERNERA A LA MARENGOT. Se corta en trozos cuadrados una porción de carne magra de ternera. Se sazonan de sal y se rehogan en manteca o aceite. Se añade un ramito compuesto de hierbas finas, saladillo escaldado y cortado en lonjas y bastantes cebollitas fritas. Se pone la cacerola al horno o entre dos fuegos suaves, mezclándole salsa de tomate y un poco de pimienta de Cayena.
Verdad es que la casa de don Pablo Aquiles quedaba un poco al oeste y lejos, por lo tanto, del centro del bullicio, pero él pensaba lo que era en sus tiempos aquella fiesta: de día, pruebas, palo jabonado, rompe-cabezas en la Plaza de la Victoria, y fuegos artificiales, por la noche. ¿Qué digo en sus tiempos? hasta hace poco se cumplía idéntico programa.
De pronto sonó en la huerta un ¡ah! prolongado y gozoso, como los que lanza la multitud en presencia de los fuegos artificiales. Todas las recogidas miraban al disco, que se había movido solemnemente, dando dos vueltas y parándose otra vez. «Aire, aire» gritaron varias voces. Pero el motor no dio después más que media vuelta, y otra vez quieto.
Ya veis ese navío español: aparejado y equipado como está, vale muy bien... treinta mil piastras... ¡yo pago cuarenta mil, muchachos, yo! lo compro sobre mi parte de la presa, a fin de tener el placer de ofrecer a la tripulación de El Gavilán un castillo de fuegos artificiales con acompañamiento de música. Ya se ha dado la señal. ¡Que cada uno ocupe el sitio que le agrade más!
Después seis horas más, oprimida entre un comerciante viajero y un judío polaco, en los calientes cojines de una diligencia, y al fin surgieron ante mis ojos, en los fuegos de una tarde de otoño, las torres de la pequeña población en que los seres que me eran más caros, los únicos a quienes quería en este mundo, habían edificado su nido.
Palabra del Dia
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