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Actualizado: 25 de noviembre de 2025
Extrañóse esta repentina mudanza, cuando se tenía tan experimentada la obstinación de estos indios, y cuán dados estaban siempre á sus antiguos vicios, causa por la cual se había alzado más de dieciséis años había de su conversión, por no esperar hacer en ellos el menor fruto. Mas luego se supo la causa de esta nueva resolución.
«Amor dice uno de los más admirables místicos españoles , es río de paz, dulce sueño del alma, transformación del hombre que ni piensa ni siente ni quiere más que amor. Como a la flor se sigue el fruto, se sigue a la perfección el amor ardiente.
Que no cabe avenencia entre tus inquietudes de madre cariñosa y tus... locuras de mujer mundana; y que tienes que decidirte pronto por lo mejor, en la inteligencia de que ambas cosas dentro de ti no han de tardar en producir el mismo fruto que si te decidieras por lo más malo. ¿Qué fruto? El que más temes, Nica.... y el que acaso mereces por castigo.
Fruto de estos amores fué el conocido Don Juan de Austria, tan desemejante de su homónimo más antiguo, que intervino, después de la muerte de su padre, en las intrigas palaciegas de la Reina madre, del P. Neidhar, del almirante de Castilla y de otros grandes del reino.
Este reconocimiento, único fruto de aquella laboriosa negociacion, fué el último servicio prestado al gobierno por este docto religioso, y es tambien el que mas honra su memoria.
Pero igualmente sabía todo el valle que el tío Pepón, mientras viviera, no soltaría ni un céntimo, ni una cabeza de ganado, ni un pañuelo de tierra. Como las patatas, sólo daría el fruto dentro de la tierra. En cambio, los tíos de Eladia eran de condición más espléndida.
Ese sin par diplomático, que tanta fama tiene en todas las Cortes de Europa, ha dado una prueba de caballerosidad poniendo su nombre a ese fruto de sus fogosidades juveniles, abandonado hasta hoy, y que en lo sucesivo descollará cual arbusto lozano en el pensil de la sociedad española... ¡Pero ese D. Diego!... ¿En dónde está D. Diego?
Consideradas estas utilidades, han puesto por obra los medios más concernientes al fin pretendido, aunque por secretos juicios de Dios nunca se pudieron llevar á cabo, sino después de mucho tiempo, y eso sin fruto.
Allá van pues estos articulejos escritos cálamo currente, sin más pretensión que la de entretener un rato á los pocos que en estos venturosos días, gustan del conocimiento de las cosas viejas, y con ellas se complacen, para hacerles olvidar siquiera momentáneamente, los pesares de la vida que á todos nos alcanzan así como otros de mayor bulto que parecen dibujarse allá en el horizonte, fruto natural de corrompidas semillas.
Si alguien pusiera en duda esta verdad, oígale á él. ¡Callad, haraganes, callad! No hacéis migaja de labor. Toda la fuerza se os marcha por la boca y no valéis la comida que os dan. Los gritos quedan para las lumbradas y los hígados para el trabajo. ¡Puño! si no fuese por mí, no concluíais de pisar el fruto en ocho días.
Palabra del Dia
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