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¡Oh, Campana! de mi Patria Eres símbolo de gloria: O heraldo de la victoria, O intérprete del dolor; Eres corona de bronce En los aires suspendida, Que los fastos de la vida Publicas con tu clamor.

Hablemos al General en Jefe..., preguntemos a esos soldados... Digan ustedes, héroes de este día, que se anotará en los fastos de la Historia con piedra blanca, albo notanda lapillo; oigan ustedes: ¿han visto por casualidad a D. Diego? Y así iba preguntando a todos, sin que nadie le diese razón. Vino la noche.

Puede considerarse como la primera parte de El faetonte. Clímene, hija de Admeto, se cría en un desierto por miedo á un oráculo. Apolo es enviado por Júpiter á esta región. Enlázase con esto el amor de Elytia á Apolo, de las Metamorfosis, de Ovidio, IV, 256, y el paseo de Céfiro con Flora, de los Fastos, del mismo Ovidio, V, 195. Los tres mayores prodigios.

Ibros, lugar célebre en los fastos del contrabando; Jandulilla, Campillo de Arenas, y otras localidades, entregadas más tarde al sable de la Guardia civil y de los Carabineros, enviaron respetables escuadrones, con la particularidad de que por venir armados hasta los dientes, y ser todos unos caballeros de muy buen temple, que sabían dónde echaban la boca del trabuco, se les reputó como auxiliares muy eficaces del ejército.

Tía María le respondió , hoy somos 15 de junio, día de mi santo, día tristemente memorable en los fastos de mi vida. ¡Oh San Modesto! ¿Es posible que me trates así el mismo día en que la Iglesia te reza? Pero ¿qué novedad hay? volvió a preguntar la tía María, con inquietud.

Bajó la escalera y salió a la calle, donde ya la esperaba su Cosme para acompañarla hasta casa. El día 9 de junio de 1860, debe señalarse con caracteres de oro en los fastos de la villa de Sarrió. Para ese día, socorrido de Alvaro Peña y de su hijo Pablo, don Rosendo Belinchón había rogado por medio de atento B.L.M. a sus convecinos que concurriesen por la tarde al local del teatro.

Desde luego advierto al lector que esta fecha no viene aquí con la pretensión de figurar entre las muy justamente célebres que guardan los fastos españoles, ni pertenece siquiera al catálogo de esas otras de flamante cuño que, no mereciendo, por ningún estilo, que la imparcial severa Historia las registre en sus páginas, andan indocumentadas pidiendo hospitalidad de puerta en puerta y rebotando de periódico en periódico, á manera de proyectil elástico.

Era un bravo soldado el de Irañeta y podía ocupar lugar excelso en esos extraños fastos eclesiástico-militares, donde están escritas con horribles letras negras las hazañas de Merino, Antón Coll y el Trapense. Navarro fue trasladado al hospital, donde su hermano pudo verle con frecuencia.

Y así como en tres siglos de perenne memoria vivieron bajo Hispania las filipinas greyes, y escribimos unidos los fastos de la historia; Aun las leyes de España se llaman nuestras leyes, vuestra alma es la nuestra y es nuestra vuestra gloria, Y es Miguel de Cervantes el rey de nuestros reyes. Revolucionario ardiente en el movimiento secesionista de Filipinas. Organizó el Katipunan.

Aquel era uno y por eso la capilla estuvo desierta hasta que llegaron las dos señoras. Visitación se confesaba cada dos o tres meses, no conocía a punto fijo los días fastos y nefastos, ignoraba cuándo se sentaba el Provisor y cuándo no. La Regenta venía por primera vez, «¿por qué no le había avisado?