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Actualizado: 4 de junio de 2025
La Madrid explica al Gobierno el motivo real, aunque bien frívolo, por cierto, que lo ha impulsado, y protesta de su adhesión inalterable. Pero ya era tarde: Facundo estaba en movimiento, y era preciso prepararse a rechazarlo.
Facundo, solicitado, entró con un gran número de acciones, que pagó con el Colegio de Jesuítas, que se hizo adjudicar en pago de sus sueldos de general. Una comisión de accionistas de Buenos Aires vino a La Rioja para realizar esta empresa, y desde luego manifestó su deseo de ser presentada a Quiroga, cuyo nombre misterioso y terrorífico empezaba a resonar por todas partes.
Permítame V., Martinita se apresuró a decir D. Facundo, yo no he dado calabazas a nadie..... Estas son cosas muy graves, Martinita.....
El general Ocampo, gobernador de La Rioja, se dispone a cerrarles el paso, y al efecto convoca todas las fuerzas de la provincia y se prepara a dar una batalla. Facundo se presenta con sus llanistas. Las fuerzas vienen a las manos, y pocos minutos bastaron al número 1 para mostrar que con la rebelión no había perdido nada de su antiguo brillo en los campos de batalla.
Tiene ya su gobierno; Facundo ha muerto dejando ocho provincias huérfanas, unitarizadas bajo su influencia. La República marcha visiblemente a la unidad del Gobierno, a que su superficie llana, su puerto único, la condena.
Facundo manda que la enlacen en la iglesia; el arriero va a tomarla con las manos, y en este momento un oficial que entra a caballo por orden de Quiroga, enlaza mula y arriero y los saca a la cincha unidos, sufriendo el infeliz las pisadas, golpes y coces de la bestia. Algo no está listo en aquel momento; Facundo hace comparecer a las autoridades negligentes.
Volviose y reconoció la fisonomía del boticario Hojeda, el fiel amigo de su tío Bernardo, el barón humilde y bondadoso que tantas veces le había ido a visitar cuando era colegial. ¡D. Facundo! ¡Miguelito!... Me alegro mucho que seas tú, querido... ¡Dios te lo pagará!... Dame acá el más pequeño. ¿De dónde venía V. a estas horas?
Facundo le pregunta si es el autor de los artículos que tanto le han herido, y con la respuesta afirmativa ¿qué espera usted ahora?, replica Quiroga: Señor, la muerte. Tome usted esas onzas y váyase enhoramala. En Tucumán estaba Quiroga tendido sobre un mostrador. ¿Dónde está el general? le pregunta un andaluz que se ha achispado un poco para salir con honor del lance.
Se llamaba D. Facundo Hojeda y era el amigo íntimo y el adlátere eterno del señor de Rivera; no se concebía a D. Bernardo paseando por el Retiro o el Prado sin llevar a su izquierda a D. Facundo: éste le daba siempre la derecha o le dejaba la acera según los casos, reconociendo la inmensa superioridad de aquél.
Quiroga ha pasado a la historia, y reviste las formas esculturales de los héroes primitivos, de Ayax y de Aquiles» . Así concluye aquel pasaje magnífico en que, debido a la emoción del día y del lugar, o la intuición del genio próximo a la muerte, pudo ver a Facundo transfigurado por el arte: comprender lo que había de epopeya en su libro, y confesarse idéntico, por la sangre racial, con el héroe maldito de otros días.
Palabra del Dia
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