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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Pasó, pues, á Portugal, aún no sometida del todo, en compañía de su hermano Rodrigo, y tomó parte con él en las expediciones militares que en 1581 y 82 se hicieron á las islas Azores, y en la del verano de 1583 para conquistar la isla Terceira, y desbaratar por completo á los parciales del prior de Ocrato.

Aparte de los muchos buques pertenecientes á armadores bordeleses, que hacen el comercio extranjero y mantienen las comunicaciones costaneras é internacionales de mar, Burdeos arma constantemente numerosas expediciones para la pesca de ballenas y bacalao.

Cuando las primeras expediciones españolas desembarcaron en las costas de Cuba, sus naturales, en frecuente comunicación con los de la isla Española o Santo Domingo, les hablaron de otros hombres blancos y barbudos que algún tiempo antes habían llegado sobre una nave.

¿Qué parte tenía el Gobierno legítimo de La Rioja en estas expediciones? ¡Oh! Las formas existen aún, pero el espíritu estaba todo en el comandante de campaña. Blanco deja el mando, harto de humillaciones, y Agüero entra en el Gobierno.

El anciano Leucato se ha retirado con su hija Nicea á una casa de campo, en medio de espesos bosques, para pasar tranquilamente el resto de sus días. El príncipe de Bearn, que, en sus expediciones venatorias, visita con frecuencia estos parajes, ve á Nicea y se enamora de ella, con cuyo motivo reside largo tiempo en la casa de Leucato.

Ya que otros lo eran, ¿por qué no serlo él? Pensaba en las judías averiadas y el pan duro de su madre; en las vilezas que le costaba cada pantalón nuevo; en el hambre, inseparable compañera de muchas de sus expediciones.

Los había con grandes barbas, recios capotes, altas botas y gorro de piel, relatando la leyenda al pie del retrato, sus viajes por el Norte de las Rusias, sus arriesgadas expediciones en países de hielo. Otros vestían la bota floreada de la aristocracia china: habían sido mandarines, llegando á aconsejar á individuos de la dinastía Celeste.

Algunas expediciones partían apresuradamente, antes de completar sus preparativos, por miedo al arrepentimiento de los capitalistas o las exigencias de los acreedores. Hernán Cortés, en su viaje para la conquista de Méjico, había tenido que hacerse a la vela apresuradamente, antes de completar la provisión de víveres, por miedo a un embargo de los prestamistas.

La sombría Groenlandia se engalana con tales recuerdos, que el desierto deja de serlo cuando se leen esculpidos en él esos nombres, mudo testimonio de la fraternidad universal. Lady Franklin ha demostrado una fe admirable. Nunca llegó á imaginarse viuda; incesantemente solicitó el equipo de nuevas expediciones.

A pesar del desaliento que infundió en la península el éxito desgraciado de estas expediciones, se ordenó lo conveniente para organizar la quinta expedición á los mares del Poniente. Se organizó ésta por Miguel López de Legazpi, que se encontraba en Nueva España, con encargo de que le acompañase el sabio marino Urdaneta.

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